Actualmente produce contenido para un canal de Youtube llamado La Butaca Inglesa, donde analiza teorías de conspiración y actualidad política, cuya última temporada ha decidido llamarla el “Evento C”, para “evitar que los vídeos sean denunciados o removidos”.
“En redes sociales, pero en especial en Youtube, se ha generado una censura expresa sobre conceptos como el coronavirus, el virus chino, el COVID-19”.
Antes de la pandemia, tuvo que subir un par de veces un vídeo donde analizaba el polémico caso del fiscal argentino Alberto Nisman, “incluso cuando la investigación y la presentación del tema fueron totalmente balanceados periodísticamente”.
Joaquín Ortega es politólogo, escritor, consultor estratégico y profesor universitario. En algún momento también hizo guiones para un programa de humor político. En tiempos de coronavirus no solo ha producido vídeos especiales: también ha escrito artículos de opinión sobre la crisis global provocada por la enfermedad. En entrevista para Hilos de América, afirma que si los ciudadanos al superar la pandemia COVID-19 adquieren “mayor espíritu de sospecha”, la experiencia traumática “habrá sido un triunfo civilizatorio”.
Algunos creen que el Coronavirus fue provocado, pero en dado caso de que no sea así, ¿cree que China está sacando provecho?
Ya sea que fuera una accidente o una acción de guerra el resultado fue el mismo: el planeta sufrió directamente en la vida humana (matando y enfermando con algo que todavía no estamos seguros qué es) y en la alteración en el equilibro de la producción de bienes y servicios. China se benefició de primera mano tanto con la venta del material quirúrgico, como con el tiempo durante el que guardó silencio ex profeso. Con ese tiempo valioso, China tuvo el chance de alinear objetivos y metas industriales antes de darle la noticia a la prensa libre.
Con todas las restricciones que estamos viviendo, ¿cree que está en peligro la libertad del individuo post-pandemia?
Sin duda, así será. Las medidas extraordinarias de higiene y circulación marcarán negativamente la forma en cómo los ciudadanos aceptan y entienden al poder. Muy posiblemente el abuso de autoridad sea perdonado y hasta justificado. No todos los países tienen las defensas altas en términos de democracia, legalidad y comprensión del equilibrio entre los poderes públicos.
¿Puede el ser humano inconscientemente acostumbrarse a la pandemia e incluso permitir arbitrariedades solo para sentir una sensación de protección?
Sin duda. Psicólogos sociales, filósofos y teóricos políticos han dado cuenta de éste tema: un mal superior puede justificar un orden superior más fuerte e incluso arbitrario. Weber, Freud, Pavlov, Zimbardo, Arendt, Van Dijk, Agamben. Ya sea desde la antropología política, desde la fenomenología o desde el conductismo más rudimentario nos han alertado del hombre masa, del grupo sometido a la presión social y a las audiencias domesticadas por la biopolítica.
Si la pandemia pasa y todo vuelve a la normalidad, ¿qué habría aprendido el ser humano de toda esta experiencia de fragilidad que estamos viviendo? ¿Se puede considerar el coronavirus un experimento social?
Si todo vuelve a la normalidad pueden ocurrir al menos tres futuribles o futuros posibles, en el lenguaje del neologismo creado por Jacques Attali. 1: Que las personas pierdan fuelle personal y económico. Lo que las convierte en individuos fácilmente manejables por el dinero que les asigne un Estado de Bienestar o que se acostumbren a bajos sueldos, desde monopolios nacidos a partir del desbalance nacido en 2020; 2: Que las personas hayan entendido que la flexibilidad y la resilencia tienen un límite. Generando un hastío del poder y sus comunicaciones sesgadas; y 3: que un gran grupo humano entienda que fue sometida a un exhaustivo (y diseñado) ejercicio conductista en donde las métricas, los comportamientos y los patrones de consumo se hayan estudiado con total detalle en términos de trazabilidad, aceptación (y rechazo) de medidas y respuesta a estímulos en plataformas digitales y audiovisuales. Esto unido a un largo etcétera de ítems pueden servir tanto como para estudios de mercado, como para la normalización y distracción frente a experimentos neototalitarios. Si los ciudadanos salen de ésta situación con mayor espíritu de sospecha, habrá sido un triunfo civilizatorio. Si por el contrario salen más crédulos, lamentablemente los victoriosos serán los que se aprovecharon del virus, ya sea porque dejaron salir adrede o porque simplemente hicieron negocios en función de la oportunidad.
Hackers rusos atacaron a organizaciones vinculadas al desarrollo de la vacuna contra el virus chino; curiosamente luego de que se supo que Occidente tiene importantes avances en el posible desarrollo de la vacuna, aparecieron reportes de que China y Rusia presuntamente también están cerca de ello. ¿Podemos estar en presencia de una guerra por quién consigue primero la vacuna? ¿Habría algún premio para Occidente en encontrar la vacuna para un virus que se creó en China, o viceversa?
La guerra en términos comerciales siempre ha existido: se vale todo por ser el primero, el mejor y el que venda en mayor volumen. Detrás de cada hacker hay tanto poder político como espionaje industrial. No olvidemos que éste último bebió de las prácticas del espionaje de las dos primeras guerras mundiales y de la guerra fría. Cuando los Ex KGB se convierten en los capitalistas de la Rusia post-soviética, todo ese Know How se aplica a la vida real, en el ámbito corporativo. Ya China ha demostrado su total eficiencia en espionaje alrededor del mundo, otro tanto lo ha hecho Rusia. En Occidente ha sido la tecnología, junto a la fuerza del capital, la que ha terminado inclinando la balanza a su favor. Hoy el capital financiero se impone al capital real, y los mercados se mueven más desde las deseconomías o flujos ilegales, que desde los legales. No es casual que rubros como el narcotráfico, armas de primera y segunda mano, prostitución, tráfico humano, extracción ilegal de minerales se hayan blanqueado con la anuencia o vista gorda de sectores como la banca, la construcción, la energía, los alimentos, la moda, los seguros, el entretenimiento, la clase política, los influencers y el ecosistema de las criptomonedas.
Siendo el epicentro de la pandemia los Estados Unidos, ¿cuánto cree que este virus pueda afectar a Donald Trump en una hipotética derrota electoral contra Joe Biden?
Ya sea que Trump pierda o gane contra Biden, lo más seguro es que Estados Unidos en el corto plazo se una en la causa común de la reconstrucción económica interna. Los que más han sufrido en el contexto de la pandemia han sido justamente los países europeos que le servían de freno a China y a Rusia. Los enemigos económicos naturales que entorpecían su sueño de la nueva ruta de la seda, fueron casualmente los más golpeados: Italia, Países Bajos y en menor medida Alemania, Bélgica, Suiza y Reino Unido. China tiene un doble efecto: con Europa, al doblegar a sus enemigos los endeuda con ventas de equipos médicos o préstamos. Pero con Estados Unidos sin un mercado interno activo, con una sociedad sin capacidad de compra ni capacidad de consumo, pierde casi un 20% de sus exportaciones. El siguiente que consume tanto como Estados Unidos es Hong Kong y lo más seguro es que, al menos un 12 % de su población emigre en los próximos dos años de apretón comunista a la sociedad. Ahí ves que China gana y pierde a la vez con el efecto Wuhan. Trump tiene todo el chance de repetir, incluso con encuestas, establishment político y mediático en contra. Biden es más una compuerta para que entre un vicepresidente que actúe en función del proyecto alterglobalizador, más que capitalista strictu sensu. Igualmente, de perder Trump (lo cual significaría un tercer presidente que no repite en toda la historia norteamericana) cualquier decisión de estado pasaría por activar el consumo interno, aumentar impuestos y créanlo o no, aventurarse en una guerra internacional, tal vez demasiado cercana al mundo asiático como India, Indonesia o Pakistán.
En uno de sus más recientes videos acerca de la COVID-19, afirma que puede estar en riesgo la educación, pues podría ponerse en práctica pedagogías para convertir a los humanos en nuevos esclavos. ¿Podría ampliar mejor esta idea?
La pedagogía es una heredera de la Paideía griega. La mezcla de cultura, historia, tradición y religiosidad pasa inevitablemente a la formación ciudadana, a la idea de país y a las formas políticas que organizan un territorio y un grupo de personas que se llamen a sí mismos nacionales. Esa formación ciudadana se obtiene primero en el hogar, pero luego se refuerza en la escuela y en el posterior andamiaje educativo privado o público. Si se nos repite constantemente que no debemos pelear, que no debemos ser competitivos, que todo se resuelve con palabras, con un tercero, que incluso si dejamos de utilizar unas palabras para denotar situaciones, esas situaciones o problemas desaparecen, simplemente estamos matando al impulso humano y biológico de supervivencia. Perdemos capacidad de respuesta propia e incluso posibilidad de entender que se negocia civilizada o incivilizadamente. Sin destrezas ante el mundo real, alguien criado en una burbuja educativa de esas características se vuelve presa fácil de los depredadores externos que no reciben esa educación o formación del sí a todo… que vienen de otra crianza, que no han cultivado ese tipo de imaginación. El ser humano, por evolución crece y gana todo tipo de músculo, frente a las resistencias del ambiente. Sin estudiar historia somos robots del ahora. Sin un carácter mínimamente forjado ante las adversidades somos psicológicamente quebradizos. Sin una autonomía frente al dinero y a los empleadores, somos esclavos de quien nos financie la vida. Sin una definición clara de quiénes somos y de qué hacemos en el mundo y de cuáles son nuestros verdaderos talentos y objetivos, nos convertimos en un número más para una elección política, en un número cualquiera para la economía: somos mera estadística. Somos un rostro más en una foto del proyecto de alguien más. La verdadera comprensión humana está en las múltiples fuentes y opiniones. Si la enseñanza es ideológica, en detrimento de un marco universalista… si en la educación no se estimula la duda como método, entonces no pueden haber certezas útiles. Repetir sin pensar le funciona a los obedientes, pero en el mundo, hasta donde hemos podido ver, las mentes inquietas abundan y siempre estarán allí como una piedra en el zapato para el maestro de un solo libro, para el despotismo oriental o el totalitarismo occidental. Una pedagogía que no te haga libre pensador, no es pedagogía.
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