octubre 22, 2024

Solo la ciencia nos va a salvar

“Hemos formado una civilización global en la que la mayoría de los elementos más cruciales —transporte, comunicación, y todas las demás industrias; la agricultura, la medicina, la educación, el entretenimiento, la protección del medio ambiente; e, incluso, la institución democrática clave: el voto— dependen profundamente de la ciencia y la tecnología. También hemos hecho las cosas de modo que casi nadie entiende la ciencia y la tecnología.

Es una prescripción para el desastre.

Podemos salvarnos un tiempo, pero tarde o temprano esta mezcla de combustible de ignorancia y poder va a estallarnos en la cara.”

Carl Sagan

En la actualidad, y con una rapidez vertiginosa, el mundo batalla en contra de un virus que solo observábamos en películas. Ahora leemos con frecuencia el enunciado: “el Coronavirus cambió al mundo”. Y es cierto porque, aunque la Organización Mundial de la Salud lo advirtió desde hace mucho tiempo, ningún país o gobierno estaba preparado para esta lucha.

Como nunca antes, ahora se deposita en la ciencia una confianza que no se había visto en un intento desesperado por mitigar la expansión del SARS-CoV-2; los gobiernos, entonces, parece que comprendieron que solo el conocimiento científico podrá derrota el coronavirus; podrá salvarnos.

Pero, ¿qué pasa cuando a la ciencia se le exige más de lo que puede dar en un momento determinado o, simplemente, sus pequeños avances pasan a ser controlados por grupos de poder minoritarios? Exacto: la información se distorsiona y pasamos a una verdadera pandemia de desinformación, donde son comunes las noticias falsas y la desacreditación a los propios científicos que trabajan 24/7 por conseguir respuestas ante esta emergencia de salud mundial y, como fin último, una cura o vacuna.

Las palabras del científico Carl Sagan, quien falleció en 1996, parecen estar más vigentes que nunca: “la mezcla de combustible de ignorancia y poder va a estallarnos en la cara”.

Científicos en el ojo del poder

Cuando la enfermedad fue detectada entre noviembre y diciembre de 2019, la policía de China silenció a los médicos que alertaban sobre el peligro de que se expandiera. Durante semanas, el gobierno chino intentó ocultar la epidemia asegurando que no había contagios entre humanos.

Hasta se reportaron numerosas desapariciones de científicos chinos que trabajaban sobre esta nueva cepa y, además, el régimen comunista controló “estrictamente” los estudios científicos de sus propios connacionales. ¿Con qué fin? No lo sabemos. Y aunque intentaron ocultar la enfermedad, igual se expandió. Y no, no fue culpa de los científicos.

En América, específicamente en Venezuela, se registró un emblemático caso de persecución contra la comunidad científica. El 8 de mayo la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales venezolana (Aficman) publicó un informe en el que analizaban el estado de la COVID-19 en el país suramericano, así como sus posibles trayectorias en diferentes escenarios: estimaban un repunte para los meses de junio y septiembre.

Y entonces, de parte del régimen venezolano, recibieron una amenaza directa: el presidente de la ilegal Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, advirtió en su programa de televisión “Con el Mazo Dando” que esta Academia estaba generando una “falsa alarma” y sus miembros podrían recibir una “visita” de funcionarios de seguridad.

El estudio de la Aficman señala que, como mínimo, se pudieran reportar para mediados de año unos 1000 casos diarios; mientras que la cantidad máxima sería de 4000. Justamente, pocos días después de su publicación, el Ejecutivo… Clic para tuitear

En una entrevista concedida a Radio Fe y Alegría Noticias, Mireya Goldwasser, presidenta de la Aficman, aseguró que el informe fue enviado previamente a miembros del gobierno venezolano, pero al no recibir respuestas decidieron publicarlo.

En Venezuela, donde no hay fondos para investigaciones científicas, hay profesionales que acuden a subsidios internacionales para llevar proyectos a cabo en el país, pero muchas veces son rechazados por el gobierno de Maduro.

No es la primera vez que un científico o una comunidad de científicos son amenazados por el gobierno de su propio país tras divulgar resultados alarmantes sobre un virus o enfermedad. De hecho, hay divulgadores científicos que han sido amenazados a través de redes sociales solo por interpretar los datos de forma amena, porque aparentemente los consideran una amenaza cuando lo único con lo que cuentan es conocimiento.

Entender (o comprender) la ciencia

A menudo se menciona la ciencia sin tener en cuenta cuál es su grado de repercusión. Sí, sí: la ciencia es una rama del saber humano relacionada con un conjunto de conocimientos que son obtenidos mediante la observación y la experimentación. Y sí, los científicos son personas (profesionales) que se dedican al estudio de una ciencia.

Pero en esta ocasión de emergencia, científicos de todo el mundo y de diversas disciplinas están unidos para encontrar la tan anhelada cura a la COVID-19 y muchos ciudadanos no logran entender un detalle crucial: la observación y experimentación necesitan tiempo.

En menos de tres meses, la epidemia pasó a ser pandemia. En ese mismo periodo, el mundo superó los 5 millones de fallecidos a causa del coronavirus. Y en ese mismo intervalo, todo lo que sabemos (y lo que no) acerca de este virus ha estado cambiando constantemente.

Toda la comunidad científica trabaja en proponer soluciones e intercambiar conocimientos. Por eso, se publican una gran cantidad de artículos diariamente: porque todo avance debe ser compartido.

Aún no se han descartado medidas de protección dictadas al principio –como lavarse las manos, usar los tapabocas siempre que sea necesario o distanciarse físicamente de las personas–, porque las cosas no cambian cuando a los científicos les da la gana de que haya avance o no. Porque obtener resultados (favorables o no) necesita tiempo. Tiempo que ningún científico puede calcular.

Fake news al ataque

Si ya tenemos un contexto pandémico donde es contraproducente el contacto físico y el confinamiento social podría durar mucho más de lo que algunos estiman, ¿por qué no armar teorías de conspiración o noticias falsas, verdad?

Lamentablemente, casi con la misma rapidez que se expande el coronavirus, las noticias falsas se han proliferado en todo el mundo. En los meses que lleva la pandemia se han avistado más OVNIs “que el Pentágono quiere ocultar”; la Luna y dos planetas iban a formar una carita feliz exacta en el cielo; según la NASA, “el Sol dejará de brillar”; y se descubrió “un universo paralelo donde el tiempo corre hacia atrás”.

Afortunadamente, existen mecanismos como el Fact Checking y comunicados oficiales, que nos permiten estudiar detalladamente y desmontar estas mentiras que terminan alterando más a la población que la misma COVID-19.

Pero la fiebre de los likes hace de las suyas. Si bien las cadenas de mensajes enviados vía WhatsApp o Telegram son muy fáciles de desmontar por el formato, cada día es más difícil evadir las noticias falsas. Esto es porque muchos medios de comunicación hacen eco del sensacionalismo solo para obtener visitas, en vez de cumplir su función de informar.

¿Culpa de los científicos? Indudablemente, no. ¿Una solución? Invertir en profesionales del periodismo científico.

La ciencia es nuestra aliada

No sabemos qué nos depara el futuro y solo hay una cosa indiscutible: en el tiempo que lleva la pandemia, la ciencia y la tecnología han avanzado a un ritmo increíble, con hallazgos nunca antes vistos: desde el diseño de equipo médico hasta los dispositivos de pruebas rápidas, y más.

Es importante que se destine una bien merecida cantidad de recursos a la investigación científica, pero también lo es guardar conocimientos en diversas áreas que nos permitan estar preparados para los retos que están por venir en un mundo cada vez más cambiante y a la vez impredecible.

Tal como ejemplificó la revista Science en su editorial del 27 de marzo: fueron necesarias décadas de esfuerzo en virología, epidemiología y desarrollo de nuevos fármacos para empezar a obtener resultados con la enfermedad del VIH. Décadas.

La ciencia no es solo de los científicos: es de todos y para todos.

Incluso la tecnología que prueban los astronautas en el espacio sirve para seguir avanzando en el planeta Tierra. Entonces, es tarea de todos combatir la “receta para el desastre” que citaba Carl Sagan en sus palabras y hacer las cosas de modo que todos entiendan la ciencia y la tecnología: en la escuela, en la casa, en los medios de comunicación. Después de todo, los gobiernos y las pandemias pasan, pero la ciencia quedará.

Alexis López Abreu

Alexis López Abreu es informático, periodista y escritor freelance. Trabaja para Radio Fe y Alegría Noticias redactando notas del acontecer diario fuera de las fronteras venezolanas.

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