octubre 12, 2024

Repensando la innovación: Tecnodiversidad en Hispanoamérica

Una corporación francesa ha tenido un sostenido éxito mundial desarrollando y comercializando softwares de ingeniería durante más de 40 años. Sin embargo, cuando introduce en Suramérica una sofisticada solución de diseño y simulación 3D en la nube, que combina un flujo de trabajo fordista con apps, incluyendo una comunicación colaborativa parecida a una red social, los resultados son más bien modestos.

La consigna principal de la corporación siempre ha sido la innovación. No obstante, en una investigación realizada en el mercado industrial peruano en 20201, la palabra innovación no fue mencionada ni sugerida como preocupación por ninguno de los ingenieros entrevistados. En cambio, sus necesidades estaban más bien volcadas al pragmatismo del software, expectantes de alguna solución que les ahorrara el mayor tiempo y esfuerzo cognitivo posible.

En México, un consultor especialista en mantenimiento predictivo se preguntaba por qué en algunas plantas concentradoras mineras hay tanta resistencia hacia esta metodología2 si cuentan con el presupuesto para costearla; más cuando hacen uso de activos críticos, valorados en cientos de miles de dólares, que deben ser monitoreados constantemente para evitar sus fallas.

Lo que el consultor no sabía es que los profesionales técnicos en minería estrechan fuertes lazos amistosos a razón del rigor y riesgo compartido de su trabajo. Por este motivo tienden a rechazar tecnologías que delatarían el mantenimiento incorrecto realizado por algún buen compañero en un turno anterior. Es preferible reparar la máquina sin informar a nadie y sin mayores consecuencias.

En el mismo orden de ideas, otra investigación3 mostró que mineros de baja escala, tanto en Uganda como en Colombia, quienes fueron incentivados a usar tecnologías libres de mercurio, terminaron descartándolas al cabo de pocos meses para continuar utilizando sus métodos usuales, aunque fuesen contaminantes y peligrosos para su salud. No se trató de alguna irracionalidad. Empero, es menester trabajar con ellos, en su circunstancia, para entender que se sentían más oprimidos que liberados con estos incentivos.

Ante esta realidad humana, y desde la perspectiva corporativa-industrial, es innegable que la cultura es tan importante en la implementación de tecnologías como son los presupuestos y la factibilidad técnica de resolver los problemas. Pero el corporativismo la considera como una variable difusa, un factor que lamentablemente escapa al diseño del producto o al plan de ventas. Algunos gerentes opinan que la resistencia a las nuevas soluciones se trata de una falta de «madurez tecnológica» por parte de los usuarios, pero que de igual manera las terminarán asimilando tarde o temprano.

Innovación versus occidentalización

En el mejor de los casos, algunas empresas de base tecnológica desentrañan la influencia de la cultura local en el desarrollo de sus productos y servicios a través de equipos de inteligencia de negocios, investigadores en marketing o con el apoyo de UX researchers; lo cual suele ser suficiente, mas no lo ideal para profundizar en el fenómeno. Si dan un paso más, recurren a antropólogos empresariales, mejor conocidos en la angloesfera como business anthropologists.

De hecho, en la conferencia EPIC (Ethnographic Praxis in Industry Community) de 2023, inspirada en las fricciones o dificultades para realizar estas investigaciones en la industria, conversamos acerca de cómo la idiosincrasia se permea a través de la cultura organizacional de las empresas, aun en aquellas tan herméticas, estandarizadas y aisladas como las empresas del sector industrial4.

Y una de las principales conclusiones, tras todo el ingente esfuerzo realizado para convencer al usuario, adaptando productos y servicios a sus necesidades, es preguntarnos, después de todo, por qué se habría de realizar tal esfuerzo. Allende la dimensión económica, ¿por qué deberíamos innovar como otros países? ¿Por qué deberíamos asimilarnos acríticamente a tecnologías foráneas, que implican de suyo modos ajenos de hacer y pensar? Además, ¿por qué sucumbir a la avidez de novedad, como decía Heidegger?

En efecto, según el Global Innovation Index 20235, los países latinoamericanos más innovadores son Brasil y Chile, ubicados en las posiciones 49 y 52 respectivamente. Pero, ¿realmente estamos cuantificando la innovación? ¿O no será, empero, que son los países más occidentalizados en términos tecnológicos, institucionales y epistémicos?

Examinado a fondo, observamos que este índice de innovación se basa en 21 factores diferentes6, que van desde la cantidad de publicaciones en universidades hasta el clima de negocios del país y la producción de activos intangibles. No obstante, la mayoría de estos factores asumen implícitamente un ideal de progreso que se deriva del surgimiento de la modernidad y de la Revolución Industrial,

Los países que históricamente asumieron de manera natural este ideal son los de Europa Occidental, con determinante participación de Alemania, Inglaterra y Francia. No es una coincidencia. Al repasar la genealogía de la técnica occidental notaremos que lo sociopolítico precede lo tecnológico, tal y como señaló Lewis Mumford en su libro Technics and Civilization.

Así, pues, antes de la Revolución Industrial, dichos países ya contaban con estados corporativos, ideologías confesionales, fuerzas armadas numerosas y burocracias. Las estructuras sociales de la modernidad hicieron posible la tecnología occidental, no al revés.

Todo ello ya anticipaba en Inglaterra y Alemania la máquina de vapor, la preferencia por la velocidad y eficiencia, la cuantificación de la vida —y hasta a Frankenstein y los fantasmas victorianos que arrastran cadenas. No es baladí que se mencione de vez en cuando que el inglés es el idioma de los negocios, mientras que el alemán es el idioma de las palabras ensambladas y precisas.

¿Por qué ahora?

Así, pues, convendría replantear nuestros indicadores econométricos, y más aún, el ideal particular de nuestras sociedades. Pero repensarnos como hispanoamericanos a partir de nuestra expresión técnica no es nuevo: desde el siglo XX ha sido objeto de estudio entre antropólogos, arqueólogos, filósofos e historiadores locales.

Lo distintivo esta vez es que nos encontramos en un nudo de fuerzas convergentes que ponen el tema sobre la mesa con renovado interés. Fuerzas como la tendencia hacia un mundo multipolar, conformado por siete bloques subcontinentales y soberanos, como prefigura el filósofo Alexander Dugin7. Al mismo tiempo, un «efecto búmeran» de la Teoría Crítica y, en paralelo, el desarrollo de la filosofía de la técnica contemporánea, refuerzan el enfoque sobre el tema.

Una de las consecuencias ulteriores de la Teoría Crítica es que su revisionismo decolonial y epistemológico conduce —irónicamente, aunque con todo rigor— a que cada sociedad adopte su propio método revisionista, implicando la posibilidad de rechazar los postulados de la misma Teoría Crítica.

Esto quiere decir que cada empresa y comunidad tiene derecho a crear sus propios artefactos técnicos, así como también a organizar sus fuerzas y métodos para conseguirlos de acuerdo con los valores locales, aún y cuando sus dinámicas de poder contravengan con los ideales de la Teoría Crítica anglosajona.

Por ejemplo, el exitoso caso boliviano de mujeres aimaras, que tejen un alambre de nitinol devenido dispositivo médico para contrarrestar cardiopatías8, no hubiese sido posible bajo el escrutinio de brechas de género o de neocolonialismos. Huelga decir que este caso recibió el premio de Innovadores de América que concede el Banco de Desarrollo de América Latina, a pesar de que Bolivia está dentro de los últimos lugares en innovación, según el índice global.

Asimismo, desde la filosofía de la técnica9 y la tecno-antropología10 se examinan las consecuencias sociopolíticas de robustecer la tecnodiversidad telúrica que siempre termina por manifestarse en cada cultura, a despecho de las fuerzas del mercado.

Según esta concepción, es necesario salvaguardar la expresión técnica de cada cultura, puesto que nos rodean numerosos modos técnicos, no sólo uno. Pretender que solo hay uno conlleva la imposición de un único pensamiento o de una sola lógica del hacer, de mediar con el mundo, que es precisamente lo observado cada vez más con la globalización.

Y no sólo se trata de la manufactura del objeto técnico. En el proceso de crearlo, se entretejen una red de relaciones, valores y expresiones culturales (además de una externalización de la memoria, materializada en el objeto) que participan del proceso técnico y que también merecen identificarse y protegerse.

Esto se ilustra con los ingenieros del sur de Europa en el siglo XVIII11. La construcción de ferrocarriles y sus vías fue un paso pionero hacia la globalización, pero además de esta materialidad técnica, fueron las asociaciones entre los ingenieros de los diferentes países involucrados las que tendieron puentes de información. En estas regiones brotó una forma particular y delimitada de conocimiento.

Soberanía y tecnopolítica

La tecnología no significa lo mismo para cada cosmovisión. En algunos casos, significa velocidad, productividad y eficiencia; pero también, de acuerdo con la idiosincrasia de cada sociedad, es sinónimo de coacción, o de control, o de una auténtica expresión cultural, o de mejora en la calidad de vida, o de pérdida de habilidades y facultades.

Sin embargo, no somos ingenuos. La uniformidad técnica conseguida a través de la globalización ya caló hondamente en nuestras sociedades. Aun así, es antropológicamente demostrable que nuestra tendencia como humanos es la de tomar de las tecnologías foráneas sólo lo que nos resulta necesario.

Incluso las resignificamos, y he aquí lo telúrico de las culturas. Por eso a la Coca-Cola se le recontextualiza en Rusia como líquido para reducir arrugas, o sirve en Haití para regresar gente a la vida, o convierte el cobre en plata en Barbados12. Por eso no es extraño que al mantenimiento predictivo y digitalizado se le aproveche apenas en un 10%13. Tomamos de las herramientas justo lo que necesitamos.

Si China es el país que más produce y exporta máquinas-herramientas en el mundo14, o si Estados Unidos es el país con mayor número de startups15, no significa por ello que los países hispanoamericanos deben producir igual número de máquinas-herramientas y empresas de software. Se trata de liberarse de una única expresión técnica y paradigma de progreso. Implica romper con la interpretación lineal y ascendente de la historia, en la que todas las sociedades convergen y se aglutinan hacia un único destino, y más bien darnos cuenta de que hay muchas cosmotécnicas que merecen valorarse en tanto conocimiento, memoria e identidad.

En términos prácticos y concretos, esto exige de los profesionales técnicos de cada región una mirada holística sobre su oficio, acompañada de un ejercicio constante de su sentido crítico, que los eleve por encima de ser meros obreros hiperespecializados. Por parte del sector industrial y de las universidades, un acercamiento de intereses mediado a través de investigaciones interdisciplinarias que combinen ciencia, tecnología y sociedad.

Y por parte de los gobiernos e instituciones, evitar equivocadas aproximaciones e indicadores que malinterpreten a nuestros pueblos, comparando injustamente las tecnologías de diferentes contextos. Sin caer en la tentación, por otro lado, de chovinismos o patrioterismos, puesto que dentro de cada país o entre ellos coexisten varias culturas.

Al final, no encontraremos la forma «correcta» de hacer las cosas en la univocidad técnica, inevitablemente totalitaria, sino en la verdad compartida tras la pluriversidad de cosmotécnicas, en sus patrones que tienen en común. Notaremos que los estudios sobre morfogénesis tienen involuntarias coincidencias desde la meta-técnica venezolana16, la autopoiesis chilena17 y la individuación francesa18. Podemos substraer el pensamiento compartido entre el ábaco y el quipu. Percatémonos de que, si Prometeo robó el fuego sagrado de los dioses para dárselo a los antiguos griegos, lo mismo hizo el tlacuache con su cola para favorecer a los mazatecas; representando ambos, griegos y mazatecas, a la humanidad entera.

Referencias

1 Suniaga, S. 2021. Siete Años en el Perú: Autoetnografía de un Doble Extrañamiento. Boletín de Antropología de la Universidad de Antioquia. https://revistas.udea.edu.co/index.php/boletin/article/view/346747

2 2020. Mantenimiento Predictivo en Minería. Smart Condition. https://youtu.be/HaiYy6oiAWo?si=7_bFIYgjzeKWBX6i

3 Contreras, J. 2019. Oppression or Emancipation. How Development Aid Projects Impact Small-Scale Gold Miners in Uganda and Colombia. A Techno-Anthropological Action Research. https://www.researchgate.net/publication/333776040_Oppression_or_Emancipation_How_development_aid_projects_impact_Small-Scale_Gold_Miners_in_Uganda_and_Colombia_A_Techno-Anthropological_Action_Research

4 Suniaga, S. 2023. Applied Qualitative Research in Software Companies in LATAM Industrial Sector. EPIC Conference 2023. https://www.epicpeople.org/applied-qualitative-research-in-software-companies-in-latam-industrial-sector/

5 Global Innovation Index 2023. https://www.wipo.int/edocs/pubdocs/en/wipo-pub-2000-2023-section1-en-gii-2023-at-a-glance-global-innovation-index-2023.pdf

6 The Global Innovation Index Conceptual Framework. https://www.wipo.int/edocs/pubdocs/en/wipo_pub_gii_2016-annex1.pdf

7 The Theory of a Multipolar World. https://x.com/Agdchan/status/1752790688578605108

8 Rodríguez, A. 2017. Tejedoras de Corazones. El País. https://elpais.com/elpais/2017/05/25/eps/1495663530_149566.html

9 Lo, E. 2020. Entrevista: sobre Tecnodiversidad: una conversación con Yuk Hui. Philosophy and Technology Network. https://philosophyandtechnology.network/3939/entrevista-sobre-technodiversity-una-conversacion-con-yuk-hui/

10 TANLAB. https://www.en.culture.aau.dk/research/research-groups/tantlab

11 Medina-Ruiz, et al. 2022. Los Ingenieros de la Europa del Sur. (Siglos XVIII-XX). https://editorial.tirant.com/mex/libro/los-ingenieros-en-la-europa-del-sur-siglos-xviii-xx-antonio-jesus-pinto-tortosa-9788419226075

12 Jordan, A. 2012. Business Anthropology. https://www.amazon.com/Business-Anthropology-Second-Ann-Jordan/dp/1577668278

13 Decaix, G. et al. 2021. Una manera más inteligente de digitalizar el mantenimiento y la confiabilidad. McKinsey & Company. https://www.mckinsey.com/capabilities/operations/our-insights/a-smarter-way-to-digitize-maintenance-and-reliability/es-CL

14 Burja, S. 2024. Sanctions on Rusia Failed Because on Chinese Manufacturing. Bismarck Analysis. https://brief.bismarckanalysis.com/p/sanctions-on-russia-failed-because

15 Bradford, A. 2024. The False Choice Between Digital Regulation and Innovation. Northwestern University Law Review. https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=4753107

16 Mayz, E. 1993. Fundamentos de la Meta-Técnica. https://cultura-urbana.com/libros/fundamentos-de-la-meta-tecnica/

17 Pais, A. 2019. La Autopoiesis de Humberto Maturana... BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-4695986518 Combes, M. 2017. Simondon, una filosofía de lo Transindividual. https://editorialcactus.com.ar/libro/simondon-una-filosofia-de-lo-transindividual-muriel-combes/

Salvador Suniaga

Salvador Suniaga Hernández (1984). Ingeniero mecánico con máster en Antropología Empresarial. Como consultor del sector industrial, se especializa en la investigación y comercialización de soluciones de ingeniería, trabajando a menudo en la frontera entre cultura y tecnología. Escribe sobre filosofía de la técnica y tecno-antropología para medios y revistas académicas.

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