Mi nombre es Basman Assad Montiel y nací en Maracaibo, Venezuela. ¿Cuál es el origen de mi nombre? Es el resultado de un gran amor. El surgido entre mi padre, Basil Assad, próspero comerciante libanés, y Manuela Montiel, mi madre. Una mujer emprendedora y muy decidida, de quien heredé un altísimo valor por la justicia. Mientras me encontraba en el vientre materno, pude escuchar las interminables discusiones que se produjeron entre mis progenitores. ÉL se negaba a la combinación, quería llamarme Basil. Mi madre muy persuasiva, logró imponer su criterio, por eso, sólo una letra pudo impedir el nacimiento del primer Hombre Murciélago Maracucho.
La destrucción de “la tierra del sol amada” obligó a mis padres a emigrar. Yo en cambio me negué a salir del país. Sentí que había llegado el momento de luchar por la justicia, y si bien no soy el Hombre Murciélago, y tampoco soy Bruce Wayne, al menos soy un abogado, que sabe de mecánica automotriz, con mucha energía, dueño un Basimovil. Un auto, de la colección Batman-1970, el cual representaba mi orgullo muy personal. Mi hobby era mantenerlo original e impecable. Además, por una simple letra no me iba a detener. Si alguien se atreve a desconocerme como verdadero Batman, diré que un error ortográfico lo comete cualquiera.
Con mi auto, decidí irme a Ciudad Caótica, convencido de poder contribuir en la lucha contra el crimen. Desde aquella ciudad, las bandas de los guasones, los pingüinos y los acertijos, habían dado las órdenes que terminaron por destruir todo el país. Debía combatirlos en su guarida en Ciudad Caótica. Mi tía Betilde es costurera. Ella me hizo el traje de murciélago con resistente lona negra para camiones. No logró confeccionar las orejas puntiagudas a cada lado de la máscara, pero la capa compensaba aquél ligero detalle.
Al no más cruzar el puente sobre el lago, me detienen en una alcabala de la Guardia Nacional. Revisaron minuciosamente el vehículo y la documentación. Mostré la documentación requerida. Todo estaba en regla salvo por un detalle:
-¿Usted es Batman? -Preguntó el guardia-
-¡Claro que sí!-Respondí jubiloso. Por lo vista, era fácil reconocerme, precisamente lo que yo quería.
-Pero entonces, ese no es su vehículo. Le pertenece a Basman, no a Batman- Fue la afirmación categórica del guardia con tono muy poco amistoso.
Me dieron la orden que luego se convertiría en un “clásico” de la carretera no experimentado por Mad Max: ¡Párese a la derecha!
Me retuvieron. Les explique la razón de mi viaje a Ciudad Caótica: voy a luchar por la justicia. Pero a pesar de mi insistencia, la respuesta fue siempre la misma. ¡La justicia tiene precio, y sólo se reciben verdines! Pagué y pude continuar el viaje, no sin antes preguntarle al funcionario:
-¿Para quién trabaja?
-¡Para El Jefe!- Fue la respuesta obtenida.
La escena descrita se repitió unas 300 veces a lo largo del trayecto. Muchas alcabalas cobrando para ceder el paso a la justicia. En todas se trabaja para El Jefe. La pequeña fortuna que traía para luchar contra el crimen, se estaba quedando pegada en el asfalto después de cada “párese a la derecha”. Pero ya estaba entrando a Ciudad Caótica, era lo más importante.
Precisamente al entrar a la ciudad, una pareja de uniformados en motocicleta se acercaron por el lado izquierdo del Basimovil. Una dama me dio la clásica orden:
¡Párese a la derecha! Y al hacerlo la oficial me preguntó:
-¿Es usted Batman?-
-Sólo me falta cambiar una letra-Respondí dubitativo-
-¡Si usted es Batman, yo soy Gatubela- Afirmó la mujer de modo sarcástico. Luego continuó:
-Se le pueden admitir esos guantes negros con aletas de tiburón en los antebrazos, pero ¿Acaso no se ha enterado que la máscara quedó atrás con la gloriosa victoria revolucionaria sobre el Covid-19 ?- Finalmente me gritó sin miramientos:
-¡El automóvil queda detenido. Será llevado a la División de Vehículos Robados! ¡Sígame!
Seguí a la pareja de policías hasta el estacionamiento de la División de Vehículos Robados. En el lugar, después de llenar varias planillas, pude explicarle al oficial a cargo, que estaba en Ciudad Caótica para luchar contra el crimen: ¡Soy abogado y puedo demostrar que ese es mi vehículo!
Debí regresar al día siguiente (sin mi traje de Batman), para proceder a recuperar el vehículo de Basman. Llegué a la oficina respectiva y me atendió una mujer policía con tono muy amable. Entregué la documentación que la dama revisó detalladamente. Hizo algunas anotaciones en su computadora y luego procedió a entregarme las llaves del vehículo con una orden de salida. Me dirigí al portón del estacionamiento en el cual se hallaba el Basimovil. Entregué la autorización y el celador me hizo pasar con gentileza.
Ya en el sitio, lo que estaba ante mis ojos no dejaba dudas: El Guasón, o tal vez el Pingüino, quizá El Acertijo o los tres en conjunto, ya habían infiltrado la policía de Ciudad Caótica. De mi Basimovil sólo quedaba el chasis a la espera de un chatarrero ¡Todo se lo habían llevado! El Comisionado Gordon Cabello debería saberlo, o quizá el propio Gordon era el tan mencionado “El Jefe”. Mentalmente hice la contabilidad de lo que me quedaba, de la pequeña fortuna a utilizar para enfrentar el crimen. Tal vez con los restos de aquellos recursos, podría regresar en autobús a mi ciudad natal. Ciudad Caótica, al igual que mi ciudad natal, ya estaba destruida y tomada por el crimen organizado. Batman y Basman nada podían hacer para rescatarla.