julio 22, 2024

Sobre estadios y epónimos: Bolívar no da para todo

Hace un año el país fue impactado por la inauguración de dos estadios de béisbol durante la Serie del Caribe, conocidos popularmente como el Monumental de Caracas y el Fórum de La Guaira.

Sin embargo, hasta último momento se supo de los epónimos: el primero, Simón Bolívar y el segundo, Jorge Luis García Carneiro. También se dijo que los epónimos preliminares habrían sido, respectivamente, Hugo Chávez y Carlos “Café” Martínez.

Sobra decir que el único beisbolista de los cuatro fue Martínez, miembro de “la Guerrilla”, célebre dinastía de los Tiburones de La Guaira que disputó cuatro finales y ganó tres campeonatos hace casi 40 años. 

Entonces, cabría preguntarse qué es un epónimo y cómo se justifica. Además podría considerarse si ambos estadios no deberían tener otros referentes.

1.- El epónimo

Según el Diccionario de la Lengua Española (DLE), se dice de una persona o cosa: “Que tiene un nombre con el que se pasa a denominar una ciudad, una enfermedad, un concepto, etc”. 

En otras palabras, lo que supone el epónimo es que el sujeto o cosa guarde pertinencia con aquello que reciba su nombre: procedencia, descubrimiento, autoría intelectual u homenaje, por citar algunos motivos.

Como contraejemplo, nadie en su sano juicio llamaría Neil Armstrong a un instituto de investigaciones oceanográficas.

2.- El héroe y la gloria

Evidentemente, cuando alguien o algo adquiere el carácter de epónimo, se entiende que en cierto contexto poseería relevancia histórica.

Quizá las principales acepciones de héroe, como lo define el DLE, sean la de persona “que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble” o la de alguien ilustre y famoso “por sus hazañas y virtudes”. 

Una tercera acepción corresponde a la mitología antigua: el semidiós, quien, procreado por una deidad y una persona, es sobrehumano y casi inmortal.

Pese a su humanidad, el héroe puede cubrirse de gloria y convertirse en modelo para sus semejantes. Exceptuando el ámbito religioso, el DLE define la gloria como: “Reputación, fama y honor extraordinarios que resultan de las buenas acciones y grandes cualidades de una persona”.

También se califica de gloria a una persona o cosa “que enaltece o ilustra en gran manera” a otras. Por ejemplo, Rafael Cadenas es gloria de las letras venezolanas.

3.- El contexto

La relevancia histórica o trascendencia del epónimo suele depender del tipo de hazaña y las circunstancias que la rodean. Asimismo es decisivo quiénes, cómo y por qué la llevan a cabo.

Dicho de otro modo, la hazaña es considerada tal mientras más inconcebible parezca, al punto que en casos muy célebres es denominada milagro.

Una cosa es cumplir las expectativas con amplias facultades y circunstancias favorables; otra, superar las adversidades y maximizar lo poco que se tiene. Lo primero es ordinario; lo segundo, extraordinario y admirable.

Mientras que las hazañas son hechos y acciones excepcionales, la trayectoria profesional o la vida de una persona inspiradora también pueden justificar un epónimo.

No obstante, el epónimo fundamentado en una carrera profesional o un testimonio de vida exige un examen a largo plazo, cuando la persona homenajeada lleva tiempo fuera del espacio público y por tanto no puede influir en modo alguno en quienes buscan reconocerle.

De lo contrario, inclusive un homenaje póstumo, podría verse como mera propaganda y, cuando se trata de un gobernante o alto funcionario activo, como un acto de adulación o vanagloria.

4.- El epónimo de un establecimiento

Por sentido común, el epónimo debería servir como referente a la actividad que caracteriza a cada establecimiento. 

En otras palabras, el epónimo de un teatro podría ser un músico, actor, cantante, productor o dramaturgo; en el caso de una escuela o universidad, un docente o investigador; si se trata de una plaza pública, un prócer o lugareño reconocido.

4.1.- El epónimo de un estadio

El DLE define al estadio como: “Recinto con grandes dimensiones con graderías para los espectadores, destinado a competiciones deportivas”. 

Entonces el estadio es aquel establecimiento dedicado a la práctica deportiva, incluyendo la celebración de torneos cuyos protagonistas son individuos o equipos (clubes o selecciones representativas de una entidad político-territorial) que rivalizan entre sí en pos de la victoria.

Ahora bien, el epónimo de un estadio suele comprender un espectro más amplio: deportistas, entrenadores, dirigentes y patrocinadores. 

Eso sí, un estadio raramente tendría como epónimo un prócer o héroe militar, como ocurre con la sede la selección paraguaya de fútbol: Defensores del Chaco, ya que fue allí, antiguo Estadio Uruguay, llamado así como homenaje a la selección campeona mundial y bicampeona olímpica, donde en 1932 se reclutó a las tropas que combatieron en la Guerra del Chaco. 

Destruido a causa del conflicto, luego de su reconstrucción recibió varios nombres hasta el casi definitivo en 1974 y el actual en 2023: Estadio UENO Defensores del Chaco, al incorporar como epónimo al patrocinador oficial de la Asociación Paraguaya de Fútbol.

La exclusividad deportiva del epónimo de un estadio se explica porque el mismo fue concebido para celebrar competiciones cuyos resultados a veces pueden calificarse como hazañas. En efecto, se trata de otra categoría de héroes, una que puede convertirse en símbolo de una población o de todo un país.

Desde el olimpismo, entendido como la expresión más elevada del deporte aficionado, hasta las ligas profesionales más exigentes, las hazañas de este tipo pueden calar para siempre en la memoria nacional, ya sea porque son logradas ante amplios favoritos u ocurren en épocas cuando un país necesita victorias, que insuflen esperanza a su población, o ambas cosas.

Por ello los gobernantes de turno buscan adjudicarse como propios los triunfos de sus deportistas más reconocidos. 

Un caso reciente fue el argentino Alberto Fernández, cuyo mandato presidencial (2019-2023) coincidió con las victorias de su selección de fútbol en la Copa América (2021); “La Finalissima” ante Italia, campeona de Europa (2022); y el Mundial de Catar (2022). Intentando revertir su impopularidad, se llamó a sí mismo “el Presidente de las Tres Copas”, como si hubiera sido parte del equipo… 

Lo más común es que se invite a los campeones del deporte más popular, o más relevante para la opinión pública, a recibir un homenaje en la residencia presidencial.

4.2.- Los epónimos de los estadios de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) durante el siglo XX

Salvo el Estadio Universitario de Caracas, de la Universidad Central de Venezuela, que fungió como sede compartida de Leones del Caracas y de Tiburones de La Guaira, los otros siete estadios tuvieron como epónimos a beisbolistas consagrados u “hombres del béisbol”, es decir, jugadores aficionados que trascendieron luego como profesionales o fundadores y dirigentes de ligas infantiles y juveniles, así como propietarios de clubes de la LVBP.

Hasta el desaparecido Petroleros de Cabimas (1991-1995) tuvo como sede al Estadio Municipal Víctor Davalillo, inaugurado en 1959, que honra al único beisbolista con 30 temporadas en la LVBP y oriundo de esa ciudad occidental.

4.3.- Epónimos de los estadios más recientes de la LVBP: 1991-2023

La última expansión de la LVBP incluyó a dos clubes: Petroleros de Cabimas y Caribes de Anzoátegui (entonces de Oriente). 

A partir de 1991 fue inaugurado el Estadio Alfonso “Chico” Carrasquel, en Puerto La Cruz, sede de Caribes, recordando al tercer venezolano en jugar en Grandes Ligas.

Tras la desaparición de Petroleros, la franquicia fue adquirida por Pastora Los Llanos (1997-2007), cuya sede fue el Estadio Bachiller Julio Hernández Molina, en Araure, inaugurado en 1967 y cuyo epónimo fue un recordado deportista.

Desde 2007 la octava franquicia fue asumida por Bravos de Margarita, cuya sede, antiguo Estadio Guatamare, fue reinaugurada tomando como epónimo a Nueva Esparta, estado al que pertenece la Isla de Margarita. No obstante, Bravos no ha vuelto a jugar allí luego tras la pandemia de COVID-19 y lo hace en el Estadio Universitario.

En paralelo, durante la década previa se inició la construcción de dos nuevas sedes para Leones y Tiburones, con el propósito de albergar la Serie del Caribe Gran Caracas 2023, tras el retiro de Barquisimeto, Lara, como sede de la edición 2019 del citado torneo internacional. 

Sorpresivamente, poco antes de inaugurar la edición 2023, se supo de los epónimos definitivos, completamente ajenos al béisbol: Simón Bolívar, Libertador y Padre de la Patria, y Jorge Luis García Carneiro, gobernador de La Guaira desde 2008 hasta su muerte en 2021.

Adviértase que el epónimo Bolívar y el  calificativo Bolivariano han sido objeto de abuso, incluyendo un signo monetario con nulo poder adquisitivo. 

En contraste, García Carneiro, como cualquier mandatario, tenía el deber de promover el deporte y la construcción de tal inmueble habría sido parte del presupuesto estadal por varios años. Así que no estaba haciendo algo extraordinario ni digno de reconocimiento, apenas estaba cumpliendo su deber con mucho retraso.

5.- Nuevos epónimos y gloria deportiva

Cuando se piensa en referentes para Leones del Caracas, podrían citarse varios nombres como Baudilio Díaz, Gonzalo Márquez, Andrés Galarraga u Omar Vizquel. Sin embargo, “Vitico”, recientemente fallecido, es un símbolo tanto del Caracas, club para el que jugó 19 temporadas, como para la LVBP,  dejando las marcas de 1505 hits en 1282 juegos y la de 100 hits durante la temporada 1979-1980, una de las 10 que jugó con Tigres de Aragua.

Además Davalillo ganó cuatro títulos de bateo en la LVBP. En cuanto a su trayectoria en las Grandes Ligas, estableció una marca de 24 hits consecutivos como bateador emergente y ganó la Serie Mundial con Pittsburgh en 1971 y Oakland en 1973.

Dado que el Estadio Víctor Davalillo, en Cabimas, ya no es sede de ningún club profesional, podría usarse este epónimo para renombrar el Estadio Monumental de Caracas. 

En su defecto, otro epónimo muy digno sería “Héroes de 1941”, como homenaje a la selección que ganó la Serie Mundial Amateur con sede en La Habana, derrotando dos veces al equipo anfitrión, lo cual fue el primer logro internacional de un equipo venezolano en cualquier disciplina deportiva.

Vale acotar que apenas uno de los miembros del legendario equipo ha sido epónimo de una las sedes de la LVBP: el Estadio José Pérez Colmenares, de los Tigres de Aragua.

Inclusive hay otra posibilidad, tal vez la mayor omisión del béisbol venezolano: Luis Aparicio Montiel, único compatriota en el Salón de la Fama (Hall of Fame) de las Grandes Ligas, exaltado en 1984, luego de una trayectoria de 18 temporadas, con nueve “Guantes de Oro” como campocorto y otros tantos lideratos de bases robadas en la Liga Americana, y una Serie Mundial con Baltimore en 1966. En la LVBP, jugó 13 temporadas y luego también se desempeñó como mánager en varios clubes. Hijo de Luis Aparicio “El Grande”, epónimo de la sede de Águilas del Zulia, es hasta ahora nuestro máximo referente en Grandes Ligas y bien merece un homenaje en vida: Estadio Monumental de Caracas Luis Aparicio, HOF 1984.

Finalmente, en cuanto a Tiburones, aunque “La Guerrilla” tuvo varios nombres distintivos, algunos ya desaparecidos, la figura de Oswaldo Guillén brilla con luz propia. Amén de su trayectoria en la LVBP como campocorto, hay que considerar sus reconocimientos como jugador de Medias Blancas de Chicago en Grandes Ligas (“Novato del Año” en 1985 y “Guante de Oro” en 1990) y luego como mánager del mismo club, al que llevó a ganar la Serie Mundial de 2005, rompiendo una sequía de 88 años y siendo Guillén el primer dirigente no estadunidense en lograr dicho título.

Justo ahora Guillén, en su segunda etapa como mánager de Tiburones, ha roto la mayor sequía de la LVBP: 38 años sin un campeonato. Sí, se trata del primer guairista en ganar la LVBP como jugador y dirigente, aunado a ser el primer mánager en titularse en Grandes Ligas y en el torneo nacional.

En caso que también pueda romper la sequía del campeón de Venezuela en la Serie del Caribe, que lleva 15 años, Guillén no haría más que escribir otro episodio glorioso para el béisbol venezolano. Sobran los méritos para que Tiburones juegue en el Fórum Oswaldo Guillén.

Guillermo Martín

Guillermo Martín. Politólogo, Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Twitter: @guimarcastel

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