Joe Biden se ha desempeñado como servidor público a lo largo de toda su vida.
Es recordado por ocupar el cargo de vicepresidente de Estados Unidos durante el mandato de Barack Obama y, en 2020, en medio de un contexto político polarizado y complicado, se presentó como una alternativa moderada en el poder; pero también como una mano firme y experimentada ante la pérdida del liderazgo de Estados Unidos en el panorama global.
Con cuatro décadas ejerciendo como servidor público, aspira a ganar la elección presidencial y las encuestas, a pocas horas de los comicios, reflejan que es muy probable que lo consiga. Y entonces se convertiría en el presidente más viejo de la historia del país con 77 años.
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Con apenas 29 años, Joe Biden se convirtió en el miembro más joven de la Cámara Alta y en el sexto de menor edad en la historia del país; desde entonces, viajó todos los días en tren desde y hacia Washington, D.C. por más de 30 años. Y cuando Barack Obama decidió incorporarlo a su fórmula presidencial, se convirtió en el primer católico en ejercer la vicepresidencia.
Quizás un episodio que reflejó su posible deseo de ser presidente se produjo en 2017 cuando, en la presentación de uno de sus libros, declaró públicamente que sentía “el deber de hacer de Estados Unidos y el mundo un lugar mejor”.
El aspirante demócrata tiene una posición bastante centrista y moderada en el Partido Demócrata, lejano al socialismo, lo cual ha recalcado incluso Obama, frente a los señalamientos constantes de Donald Trump y algunos miembros de la comunidad latina quienes temen que, en un hipotético mandato suyo, Estados Unidos aplique políticas de acercamiento con regímenes autoritarios, como las que ejecutó Obama en Cuba.
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Una victoria de Biden, en pocas palabras, representaría la continuación de las políticas de Barack Obama.
Desde las primarias demócratas, su campaña se ha centrado en propuestas para restaurar y reconstruir la columna vertebral de los Estados Unidos: la clase media. En materia económica, la idea que más impacto ha tenido en redes sociales ha sido el deseo de impulsar la industria manufacturera a través de una reactivación; aunque éste es un proceso que ha crecido con el gobierno de Donald Trump.
Junto a esa idea, está la de aumentar el salario mínimo a US$ 15 por hora y el hecho de solo aumentar los impuestos a las personas que ganan más de US$ 400 mil por año.
En cuanto a la lucha por la crisis climática y un medio ambiente más limpio, Biden planea invertir 2 mil millones de dólares en subvenciones para la creación de empleos del sector automotriz de energía alternativa.
Desde que ganó las primarias, el cambio climático es el área donde Biden más se ha inclinado hacia la izquierda, adoptando algunos elementos de la propuesta del “Green New Deal” de Ocasio-Cortez y el ala progresista del partido.
Por otra parte, su ambicioso plan contempla desarrollar un transporte público de calidad y cero emisiones en ciudades con más de 100 mil habitantes, lo cual difícilmente sea posible de cumplir sin realizar sacrificios y altas regulaciones a las empresas y grandes corporaciones.
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En materia de política exterior centrado en los gobiernos y países de América Latina, se espera que la política de Biden sea mucho más “pacífica” y menos frontal que la aplicada por el magnate republicano, Donald Trump.
En este punto, su política exterior estaría enfocada en el fortalecimiento de los derechos humanos de los países centroamericanos, acompañados de programas de desarrollo, retirada de amenazas de intervención militar y la búsqueda de mecanismos alternos para la resolución de la crisis en Venezuela.
Con respecto a la nación venezolana, de acuerdo a la información de un asesor cercano a Joe Biden publicada en The New York Times, una Casa Blanca en manos de los demócratas “buscaría establecer negociaciones con Maduro una vez que haya fecha para votar y presionarlo a que se comprometa a organizar elecciones justas”.
Sobre Cuba y Nicaragua, se espera una postura bastante similar a la que tuvo el gobierno de Barack Obama: una política enfocada en la construcción de acuerdos y diálogos, y no en la caída de los regímenes dictatoriales; es decir, una política de apaciguamiento.
No se ve a corto, mediano y largo plazo acciones de fuerza o intervenciones militares para restaurar la democracia en estos países en un hipotético mandato de Biden; tampoco de Trump. Pero quizás la diferencia entre ambos sea el relajamiento de sanciones que podría tener el candidato demócrata frente al republicano.
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Un gobierno a la cabeza de Joe Biden, en materia de inmigración, tendría como objetivo reunir a las familias de los ciudadanos migrantes de Centroamérica, a diferencia de las políticas de Donald Trump.
Todo ello estará en concordancia, según el candidato demócrata, con planes y programas de desarrollo económico, social y cultural para estos grupos, con el fin de apoyarlos en su formación y brindarles lugares en donde puedan desempeñarse como cualquier otro estadounidense.
No obstante, cuando se resaltan estas promesas, es imposible no recordar que Barack Obama es el presidente que deportó a más inmigrantes. Imposible no recordarlo porque ya hemos dicho que su hipotético mandato representaría la continuación de las políticas de Obama.
Otro punto clave es el de los dreamers. Ante la decisión de Trump de acabar con el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés), Joe Biden reestablecería este programa y devolvería a los jóvenes la oportunidad de vivir el “sueño americano”.
Para los migrantes, este punto es bastante atractivo y los demócratas podrían verlo reflejado en los resultados de este 3 de noviembre, pues este programa abre el camino a estudiantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo menores de edad, para que puedan optar por la residencia.
En cuanto a las prohibiciones de viaje, Biden quitaría las restricciones a países musulmanes como Irán, Libia, Irák y Yemen. Esto podría causar grandes estragos y cambios dentro del concepto de seguridad nacional en los próximos ocho años.
Rescindir esta medida, además, podría complicar las cosas a Biden en sus primeros días de presidente con un senado y congreso en contra.
8 comentarios en «Política exterior, inmigración y la sombra de Obama: una mirada a Biden»
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