La recientemente proclamada presidenta de México, Claudia Sheinbaum, insistió el pasado 2 de octubre en pedir una disculpa pública a España por la Conquista, luego de haber excluido a Felipe VI de la lista de invitados internacionales. Este llamado de México fue simplemente ignorado por el monarca español por una simple razón, no toca a España pedir disculpas ya que no existía en el momento de la Conquista, sino al Reino de Castilla el cual no existe en la actualidad.
Para jugar un poco a través del tiempo me voy a remontar hasta octubre de 1992, cuando recibía junto a mis compañeros de promoción el grado de Internacionalista en la gloriosa Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, junto a otras escuelas como Economía, Sociología y Antropología (FACES). Recuerdo un inmenso abucheo que estremeció a la sala de maravillosa acústica diseñada por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva y sus ingenieros acústicos Bolt, Beranek & Newman, cuando mencionaron el nombre de nuestra promoción “Descubrimiento de América”, una respuesta clásica de la intolerancia al pensamiento diverso que caracteriza a los dogmáticos y al mundo universitario de los revolucionarios de cafetín . Lo curioso es que después de treinta años ese discurso todavía resuena como chirrido al unísono entre muchos, principalmente en América.
En mi caso debo confesar que voté por ese nombre de la promoción, por hispanista, quizás por el amor a España que me inculcaron mis padres venezolanos o tal vez por mis ancestros sefardíes, en fin muy orgulloso por ese acontecimiento. En reiteradas ocasiones he reflexionado que si no hubiera sido por los españoles no seríamos un pueblo mestizo, por ejemplo si hubieran sido los ingleses muy probablemente nuestros pueblos originarios hubieran desaparecido y simplemente fuéramos una sociedad de blancos y negros, hablando cromáticamente. Habiendo terminado este introito, algo ajeno al título del artículo, me concentraré en la enigmática figura de Cristóbal Colón como mira principal del cuestionado acontecimiento. Una imagen totalmente deformada que nos hicieron creer desde la escuela de un Colón que apenas pisó América, se puso de rodillas junto a una cruz y de una reina que vendió sus joyas para financiar dicho viaje. Nada más ajeno a la realidad.
Previo a Colón sabemos que América fue tocada por pueblos vikingos y polinesios a nivel insular y no como continente, simplemente no estaban interesados en descubrir para establecer nuevos territorios y rutas, de los cuales no sabemos casi nada por el mero hecho que no escribieron dentro de los anales de la historia ya que se tiene conocimiento de navegación más no de fundaciones de establecimientos poblacionales. Colón intentaba demostrar que a través de occidente era factible llegarle a China cuyas rutas habían sido controladas por los otomanos. ¿Pero cómo Colón tiene conocimiento de esto? Los griegos ya habían escrito sobre aquello. Para el pensamiento cristiano del momento se hablaba de la tierra como un disco sobre la cual había una bóveda celestial y bajo el disco el inframundo o Hades. Sin embargo, en los textos bíblicos del Tanaj o Antiguo Testamento de Job e Isaías se hace alusión a la tierra como una esfera o balón y no plana como predicaba España. Colón sostuvo como fundamento de su viaje este aspecto ante los Reyes de España en 1502, en su libro Las Profecías. ¿Cómo Colón conocía esto? Cristobal Colón ( Cristoforo Colombo), nació según la mayoría de los historiadores, en Génova, posiblemente el 31 de octubre de 1451, muriendo en Valladolid en 1506. Mucho se ha referido sobre si Colón era judío o judío converso. A primera vista podríamos inferir que era un judío converso ya que de lo contrario no hubiera disfrutado de la confianza de los reyes católicos, sin embargo, varios aspectos hacen referencia a un judío o criptojudío que ocultaba su religión. Para empezar conviene mencionar que este aventajado Almirante fue un pirata o corsario que estuvo bajo licencia, dada por el Duque de Anjou, para asaltar buques en el Mediterráneo a lo largo de las costas francesas y africanas; ya por aquí tenemos un rasgo ajeno a un católico de noble alcurnia, quien además tuvo un origen muy humilde, nacido en Génova y no en España, lo que hace a Colón un extranjero en el reino católico de Aragón y Castilla. Su apellido es claramente uno de los escogidos por parte de los sefardíes para ocultar su origen o nueva identidad como cristianos. De hecho hasta el día de hoy, el apellido Colón es usado por judíos tanto en Israel, Argentina, Marruecos e Italia. Además, el castellano del Almirante tenía claras reminiscencias de una lengua con giros de unos 100 años atrás, lo que demostraría que muy probablemente sus abuelos habrían huido del pogrom de Barcelona del siglo XV.
El descubrimiento de América coincide en el mismo año de 1492 con el Edicto de Granada, el cual fue promulgado el 31 de marzo, dando a los judíos hasta el 2 de agosto como fecha tope para abandonar la península. Las tres naves de Colón partieron del puerto de Palos en la noche del 2 con el 3 de agosto, ese año Tisha b’Av día de ayuno del calendario hebreo considerado el día más triste, el cual ha coincidido con las mayores tragedias del pueblo judío, ese día terrible para el judaismo, está considerado fatal emprender un viaje.
Colón sale de noche sin bombos ni platillos durante una absoluta oscuridad, le acompañaban varios reclusos, muchos de los cuales eran judíos conversos o nuevos cristianos, si hubieran sido de religión judía no se les hubiera permitido emprender el viaje a América. Curiosamente no acompañó tal expedición ningún sacerdote que sirviera como ayuda espiritual de la tripulación, cosa extraña en una empresa como esta que contaba con la bendición de los Reyes Católicos y donde no se tenía claro el porvenir de la tripulación. ¿Quienes financiaron este viaje de muy cuestionado éxito? Los reyes no aportaron ni un ducado aunque sí recibieron todos los tesoros. Los financistas fueron: Diego de Veza, Juan Cabrero, Luis de Torres y Luis de Santangel, este último aportó 17.000 ducados de oro. Todos ellos judíos conversos y financistas de los reyes. ¿Cuál sería el leit motiv inicial? Muy probablemente la salida de la península de muchos judíos conversos o criptojudios para habitar las nuevas tierras de las Indias Occidentales, sólo que no se contempló la llegada tras unos años, de la Santa Inquisición.
Como detalle final de Colón, podemos referirnos a la curiosa forma de escribir y dirigir sus cartas a los Reyes de Castilla y Aragón y a sus hijos Diego y Fernando. En el encabezado de las cartas a sus hijos siempre abreviaba B”H ( B’ezrat Hashem) “Con la ayuda de Dios”, además de colocarlo de derecha a izquierda como si se tratara de escribir en hebreo. De las 13 cartas a su hijo Diego, 12 tienen ese monograma, la única que no tenía era una petición que Diego debía entregarle a la reina. Las cartas que Colón dirigía a la reina llevaban la inscripción de la cruz lo que evidencia un cambio de identidad que revela una conducta claramente criptojudía.
Hemos tocado apenas algunos aspectos de tantos que hacen mención del Almirante Colón como una figura fascinante, enigmática y controversial manipulada tanto por el catolicismo recalcitrante español como por los detractores del mismo y los defensores de los pueblos originarios de América. Como evidencia de esta contradicción histórica tenemos a los dos historiadores de la época que escribieron sobre el Almirante, Fray Bartolomé de las Casas y Fernando Colón, su hijo. En la primera fuente tendremos su judeidad oculta y en la otra el testimonio de quien está unido a él por consanguinidad y relata su identidad judía como en la escena de la tormenta en alta mar, durante el primer viaje, liderando la oración ante la tripulación clamando ante el Creador y omitiendo la invocación del nombre de Jesús.
Paradójicamente los restos del Almirante reposan hoy en la Catedral de Sevilla