Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 para muchos venezolanos representaron una montaña rusa de emociones. Los ánimos fueron de la alegría a la decepción en minutos, entre el logro de algún atleta en su respectiva disciplina –que daba un poco de alegría al país en medio de la Emergencia Humanitaria Compleja–, y su posterior declaración pública agradeciéndole al chavismo por el presunto apoyo que recibieron.
Y aunque las declaraciones no parecían espontáneas, con el Ministro del Deporte del régimen persiguiendo a los atletas para que hablaran por teléfono con Nicolás Maduro, sino más bien la fe de vida de un secuestrado, las redes sociales se incendiaron con insultos y mensajes de odio hacia algunos de los atletas que compitieron y ganaron medallas.
Incluso Daniel Dhers, el ciclista profesional de BMX que se volvió sensación en Venezuela durante el evento deportivo, grabó un vídeo en el que defendía al pesista Julio Mayora, luego de que dedicara a Hugo Chávez su medalla de plata.
En entrevista para Hilos de América, Joaquín Ortega, politólogo y profesor universitario venezolano, sostiene que los regímenes totalitarios aprovechan los grandes eventos deportivos para hacer propaganda, en parte porque “el simbolismo de la juventud, la fuerza y el número de medallas ganadas combina machismo, chauvinismo, militarismo y sano autorespeto nacional”. Al final, “todo depende de los objetivos de la propaganda oficial”.
No solo con los atletas venezolanos de los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 se vio el poder del régimen para intervenir, de alguna u otra manera, en pro de generar mensajes propagandísticos; también con otros países como Cuba o Bielorrusia. ¿Por qué los regímenes totalitarios utilizan estos eventos deportivos como plataformas de propaganda?
Estos temas se conocen como una arista más de la propaganda política. Se le conoce desde la época de la guerra fría como la “diplomacia del deporte”. El poder se vale de cualquier éxito humano, individual, grupal, social y cultural para mostrarle al mundo éxitos que no son propios o que ya han sido consustanciales a la propia historia productiva del país que ahora regentan. Las Olimpiadas, las llamadas “civic parades”…los desfiles militares siempre han tenido una doble intención: mostrar la salud de un pueblo, potencialmente transformable en soldados en armas. La guerra es por todos los medios y el simbolismo de la juventud, la fuerza y el número de medallas ganadas combina machismo, chauvinismo, militarismo y sano autorespeto nacional. Todo depende de los objetivos de la propaganda oficial
En las redes sociales se pudo percibir reacciones distintas y completamente opuestas antes, durante y después de la participación de algún atleta venezolano, especialmente los que han ganado medallas o diplomas. De la alegría al odio o la decepción, entre una victoria y alguna declaración política. ¿Por qué es tan importante para el régimen crear este ambiente desmoralizador entre la población?
Lo más importante es dividir para vencer. Una canción folklórica puede tener un efecto de movilización, pero también puede volverse un arma de separación. Por eso los simbolos patrios no deben formar parte de ningún marco y uso partidista. Piensa en la canción Venezuela de Herrero y Armenteros. Primero usada por la oposición y luego grabada y explotada desde el sistema de medios gubernamental. La emocionalidad que nos une como nación, es utilizada como separador de personas y posturas políticas, y en especial en tiempos tiránicos como la muestra de que “yo Estado/Partido/Régimen robo en tu cara y me río de ello”.
¿Cuál es su opinión acerca de las raciones de odio en redes sociales, muchas veces desproporcionado, contra algunos de estos atletas? ¿Está justificado?
Las redes sociales demuestran el clima emocional de los usuarios. Al ser figuras públicas los atletas deben entender que se deben a un público que está conformado por todo el espectro político. La culpa no es de ellos si no de sus asesores y coachs. Un atleta es un ciudadano, pero si te financia el Estado eres un activo y hasta un títere de sus designios. A veces le pedimos mucho a personas que solo tienen unas cuantas horas al día para hacer algo más que un tipo de ejercicio físico. Si bien, no todos deben ser ilustrados, deben poner los pies en la tierra y moderar sus comentarios puesto que tienen más audiencia que otras personas. En el fútbol, el béisbol, el atletismo y en la farándula, quienes están en el ojo del huracán cambian de opinión como de patrocinante, así que no deberíamos hacer tanto alboroto de unas personas que muchas veces llevan una vida diametralmente al promedio: esto es, o viven pésimamente o están por encima de cualquier privilegio inimaginable. Yo creo que el deporte es una emoción y los éxitos se disfrutan en su contexto: la cancha. Una vez que el deportista o el artista sale de la cancha o el escenario debemos obviar cualquier opinión sexual, política, racial o personal.
En estos casos particulares, ¿se puede señalar directamente a los atletas por realizar alguna declaración política o son víctimas del sistema?
Existen atletas que viven del sistema financiado por Estado. Sin que se malinterprete el término “funcionarios públicos”, se deben a su único patrono que es el Estado. Algunos son un instrumento de fracaso como Pastor Maldonado, otros son elmentos de éxito como Yulmar Rojas. Pero sin duda, pedirles que no saluden al poder es ser muy ingenuo, sobre todo cuando sabemos los pases de factura que les pueden pasar desde arriba.
Estas acciones de utilizar eventos deportivos, que también podrían ser culturales o de alguna otra naturaleza, ¿solo se ven desde la izquierda? ¿O también de gobiernos militantes de otras ideologías?
Todos los gobiernos tienen que hacer una memoria, una entrega de gestión. El deporte es una suerte de balance tan importante como puede ser el número de graduados al año o la cantidad de camas en hospitales. Es un indicador de inversión y prestigio. Como decíamos arriba, es diplomacia, es política internacional y hasta comercio exterior por otros medios. Monarquías, fascismos, comunismos y democracias se valen de todo lo que les de notoriedad frente a sus pares internacionales
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