Todos se preguntan, nos preguntamos, ¿cual será el destino de Venezuela? Tratando de vislumbrar un futuro que luce en la actualidad indescifrable. Especial énfasis se hace en interrogar, interrogarnos, acerca del destino político. Partiendo de la búsqueda de ideas que permitan derivar el rumbo económico, social, cultural, de la nación.
La nube negra del escepticismo cubre en la actualidad la mente de muchos coterráneos, dentro y fuera del país, porque sabido es que un porcentaje cercano al veinticinco por ciento de la población venezolana habita en otros lares. Pareciera incrementarse día a día, sin contención, el número de desplazados en busca de refugio, de protección, huyendo de este moridero, con lo cual representamos el segundo país del orbe que se ahuyenta de su tierra; el primero sufre una invasión monstruosa. La corrupción nos coloca mundialmente en un despreciable cuarto lugar. Mientras, la turbulencia parece ser lo más aproximado a una definición del acontecer político.
En el panorama, hasta el pasado año había un cúmulo de seguridades a las cuales los más amplios sectores de la oposición al régimen del terror se aferraban. Un gobierno alterno. Un robusto respaldo internacional a ese gobierno, surgido del accionar de la Asamblea Nacional electa en 2015. El interinato dejó de ser, de existir, este 2023. Por decisión mayoritaria, democrática, de esa misma Asamblea. Algunos tildan de error garrafal, los más afectados con los cambios inmediatos, ese proceder discorde con la unidad que parecía antes monolítica. Esto ocurrió un año después del primer amago del denominado G3, por integrarlo tres partidos: Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo. Amago en el que intentaron, sin lograrlo, el desplazamiento del cuarto partido de aquella «unidad», Voluntad Popular, el de Leopoldo López, el de hasta el inicio de este año, presidente interino, diputado Juan Guaidó. A algunos les luce que la unidad como concepto y como realización pragmática está quebrantada de muerte en Venezuela. No es así. Ha sufrido un giro importante que no deja de arrojar secuelas, obviamente. Se recompondrá. Sin dejar de luchar contra el antipartidismo y la antipolítica favorecedora del régimen que sigue operando a todo cause. ¿En que consistirían esas modificaciones? He allí el asunto más peliagudo, complejo.
Son temas intrincados, a los que cuesta llegarles, y sobre los que casi nadie quiere pronunciarse, por los inconvenientes que pudieran generar en una turbia situación. Comprensible. Pero nada de este giro podrá dilucidarse si no se parte de la propuesta de Luis Almagro acerca de la cohabitación en el poder de Venezuela. Ese adalid confrontacional ante la dictadura, ante la tiranía de Maduro, esa voz y acciones radicales, representada por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, nada menos, planteó sin pastillita calmante, que la solución posible al conflicto político venezolano era compartir el poder. Ceder y ceder. Ahora bien, un planteamiento así no surge solo. No pongo con esto en duda las capacidades intelectuales o políticas del uruguayo, para nada. Pero ese planteamiento necesariamente tiene que haber sido sopesado, discutido, analizado por varias partes, pulsado al menos antes de ser lanzado tan sorprendentemente y por tal figura internacional.
¿Si Luis Almagro bajó la guardia en busca de una alternativa posible al enfrentamiento hasta ahora improductivo, por qué no podrían hacerlo otros factores? ¿Qué implica el diálogo permanentemente frustrado hasta ahora de México, propiciado principalmente por la persistente Noruega? ¿Qué implicaciones posee el hecho de que el negociador principal y otros elementos opositores anden de gira por Europa en procura de lograr un convencimiento de qué? Ah, claro, para algunos se trata de una entrega sin beneficio político inmediato alguno. ¿Qué de la libertad de los presos políticos? ¿Qué pasa con las elecciones libres y verificables que debería sucederse próximamente en Venezuela?
Veamos: el líder de uno de los partidos políticos del G3, ya descrito un poco como grupo supra, insiste este año, para acrecentar el misterio generado en algunos, en la eliminación de las sanciones impuestas a Venezuela por Estados Unidos, Canadá, Europa, principalmente. Ese mismo líder, gobernador del estado más grande del país, ha recibido con abrazo y sonrisas a Nicolás Maduro en Maracaibo. Antes hemos escuchado planteos similares en boca de otro líder actualmente menos prominente. ¿Esto no nos indica un rumbo? No decimos que sea el único ni que sea indeclinable, por supuesto. Es un rumbo indicado por un líder de los partidos ahora dominantes en la AN.
Las sanciones, por su lado, se fundamentan en la violación permanente, sistemática, de los Derechos Humanos, en la negativa del régimen del terror a permitir unos comicios nacionales creíbles en lo inmediato. No podemos olvidar, al mismo tiempo, que sobre algunas figuras en el poder pesa una jugosa recompensa por parte de los norteamericanos. Justo lo que impidió que Nicolás Maduro acudiera a Buenos Aires este año a la cumbre de la CELAC. El temor del sujeto a los drones mortíferos se manifiesta en los desfiles militares que encabezan cómicos muñecos inflables en sustitución de la figura presidencial, en la inauguración de un monumental estadio sin público, con la más amplia protección. En la evitación de giras nacionales, de la gente, de los posibles ataques encubiertos, así como en la intransitabilidad generada en los más lejanos alrededores del palacio de gobierno, de Miraflores.
En fin, unitariamente opositoras, están pautadas hasta ahora unas elecciones primarias para este año, en las cuales deberían participar el G4 y nuestro insurgente partido Encuentro Ciudadano, de la mano de Delsa Solórzano, ubicado actualmente como quinta fuerza en el parlamento, con dos presidencias de comisiones, y otros múltiples partidos confrontados con el régimen, así como candidatos en apariencia independientes.
Si bien era esta una estrategia planteada desde el año pasado, con la creación por parte de la llamada Plataforma Unitaria, que agrupa al G4 -con Voluntad Popular incluido- de una Comisión Nacional de Primarias, hasta ahora nadie ha anunciado la supresión de estas acciones en busca de un candidato que represente a todas estas fuerzas. Quien ha dicho que no habrá elecciones primarias es Diosdado Cabello. No sabemos si implica su postura una nueva amenaza, o maneja la suficiente información opositora como para determinar que la primaria no irá. En todo caso, la oposición cuenta con esa herramienta fundamental y ya algunas candidaturas han sido presentadas públicamente. ¿Cederá el régimen ante las elecciones? ¿ Ante las presiones y la negociación? Debería.
No habrá un resquebrajamiento definitivo de la oposición, como algunos podrían pensar. Habrá una indispensable recomposición, un reacomodo, después de los eventos enunciados. En la penumbra quedan aún las orientaciones hacia el más inmediato porvenir. Para lo cual habrá que esperar resultados de los diálogos en México y en otros lados, especialmente en Venezuela. Habrá que aguantar el rumbo que acoja EEUU, los canadienses y los europeos, con respecto a las sanciones, a las elecciones, a la violación de los Derechos Humanos. Así como la contrapropuesta del régimen, renuente hasta el momento a darle cualquier apertura a los planteamientos internos y externos, a las manos tendidas para buscar la superación de sus problemas -no pocos, y los nuestros. El tiempo del régimen se agota, marcado, no podemos olvidarlo, por la Corte Penal Internacional y otras deudas. Marcado por los crecientes límites económicos que tienen a profesores, maestros, empleados públicos, jubilados y pensionados literalmente en las calles clamando por sueldos, por salario, por una vida. Es el tiempo de la oposición democrática.