septiembre 16, 2024

Todos los caminos conducen al 3 de noviembre

En septiembre, Donald Trump afirmó que podría no aceptar los resultados de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre si no se le declara ganador y que pensaba que el proceso podía terminar en el Tribunal Supremo.

Sebastián Cova, licenciado en Ciencias Políticas y profesor universitario venezolano que ha hecho cobertura a las elecciones con su podcast Perípatos, se imagina cómo sería un hipotético escenario en el cual Trump decide no entregar el poder y solo tiene una palabra para describirlo: “nefasto”.

 “De imaginármelo, sí, me lo imagino; y sería nefasto: con gente de todo tipo amontonándose cerca de la Casa Blanca, incluyendo grupos armados y focos de violencia estallando por todo el país”, dice en entrevista con Hilos de América.

Cova agrega que no cree esto que sea probable, pero sí posible.

En ese sentido, opina que en ese caso todo el peso recaerá sobre los demás poderes constituidos: el Congreso, las fuerzas del orden, los partidos, las iglesias, los medios de comunicación, los grupos de la sociedad civil organizada, gremios, sindicatos y celebridades: “Todos llamando a la cordura y pidiéndole al presidente que acepte el resultado”.

“Si alguna institución o grupo de instituciones falla, no es asertiva o hace demostración pública de albergar dudas, todo podría irse al traste y ahí ya nadie puede estar seguro de qué pasará”, sostiene.

Este tipo de tensión alrededor de los resultados electorales en Estados Unidos ya se ha vivido en el pasado.

Marco Trejo, consulto político venezolano con experiencia en más de 42 campañas electorales en América Latina, el Caribe y Europa, recuerda dos casos particulares: la lejana elección de 1876, entre Rutherford Bitchard Hayes y Samuel Jones; y el reciente conflicto entre George Bush y Al Gore en el 2000.

“En ambos casos el engranaje institucional logró dar con una solución y las crisis constitucionales fueron superadas con éxito”, destaca en entrevista con Hilos de América.

“Hay algunos ejercicios de escenarios que he visto que contemplan una inusualmente turbulenta transición o un amargo proceso de reconocimiento del resultado por parte de los aspirantes”, agrega el Director General de la firma Trejo Comunicaciones Estratégicas.

“No creo que haya democracias terminadas, ni sistemas o instituciones blindadas. Sin embargo, creo y espero que la institucionalidad de los Estados Unidos prevalezca en caso de que se produzca alguna situación sobrevenida”.

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Foto: Yasin Öztürk – Agencia Anadolu.

“El proceso sigue siendo bastante confiable”

Más allá de algunas denuncias puntuales que han sido amplificadas por Trump, de acuerdo a Trejo “no ha habido denuncias creíbles sobre la integridad del sistema electoral que pudieran desacreditar el resultado”.

En ese sentido, destaca que el sistema electoral estadounidense “es descentralizado y complejo” y que, a diferencia de lo que se podría pensar, “el hecho que tenga tantos ojos distintos es lo que, por diseño, lo hace confiable”.

No obstante, resalta que el único “elemento nuevo”, que podría ser “polémico” e incluso retrasar los resultados, es el inmenso volumen de voto por correo, lo cual “no tiene precedente”.

“Para que tengan una idea: a un mes de la elección 2020, ya habían votado 4 millones de personas, comparado con solo 75 mil en 2016”, señala.

Cova coincide en la confiabilidad del sistema electoral, pero indica que “lo importante es ver hasta qué punto el público lo sigue creyendo así o si ahora albergan dudas sobre reglas que han sido las mismas por décadas o hasta siglos”.

“En política, la percepción de la realidad importa tanto, y a veces más, que la realidad misma”, argumenta.

“En ese país han votado por correo desde la Guerra Civil e incluso al día de hoy hay cinco estados en los que es la única forma de votar. Pero si mucha gente cree que los votos emitidos por ese método son automáticamente sospechosos, sólo por no haber sido presenciales, no hay nada que hacer, por más que el proceso transcurra de maravilla”, sentencia Cova.

Las fulanas encuestas

Foto: Prensa Latina.

Marco Trejo insiste en que el 2016 es la “pesadilla” de los encuestadores.

“En aquella oportunidad, las encuestas fallaron en ponderar algunas variables sociodemográficas y el resultado de proyección fue desastroso. Si bien es cierto que hoy Biden tiene el camino más claro a la Casa Blanca (que Hillary Clinton en 2016), también hay que considerar que por diseño el sistema electoral de los Estados Unidos es muy volátil cuándo las carreras están a los márgenes y ese es el caso en algunos estados claves”, dice.

“Una elección en la que se estima que participen más de 100 millones de electores, puede terminar decidiéndose por 5 mil votantes menos, como consecuencia de una tarde de lluvia en las afueras de Cleveland”, añade.

Sebastián Cova difiere.

Según él, “hay una idea general, esparcida acríticamente, que insiste en sostener que las encuestas no son confiables porque se equivocaron en 2016, lo cual no es cierto”.

“Las encuestas predijeron correctamente un triunfo de Clinton, solo que éste fue por muy estrecho margen (2,1%) y con la particularidad de que perdió (por menos de 1%) en tres estados claves que, de haberlos ganado, le habrían otorgado un triunfo cómodo en el Colegio Electoral, que es en donde realmente hay que ganar”, explica.

Cova insiste en que para estos comicios las encuestadoras “han refinado sus métodos” y han hecho más encuestas, donde se muestra una ventaja para Biden, mucho mayor a la que tenía hace cuatro años Clinton.

“Incluso si se repiten los errores muestrales de entonces, inherentes a toda encuesta, Biden aún resultaría ganador porque la mayoría de sus ventajas son amplias -superiores al 5% e incluso al 10%- en todos los estados importantes”, asevera.

Y remata: “Es más probable que una eventual sorpresa venga más de la anulación y supresión de votos, sobre todo los postales, antes que por un súbita aparición de ‘votantes ocultos’ que ninguna encuestadora había podido reflejar”.

Lo que está en juego

Trump ha catalogada las elecciones del 3 de noviembre como las más importantes de la historia.

Su campaña se ha basado en infundir el miedo de que Biden es socialista y que implementaría un gobierno aliado a históricos enemigos de Estados Unidos como China. Incluso aseguró que los estadounidenses tenían que aprender a hablar chino si él perdía y recientemente dijo que no permitirá que su país se convierta en Venezuela.

Cova cree que efectivamente hay “mucho en juego” con estos comicios, pero no por lo que Trump dice de Biden, “sino por lo que dice él de las reglas del juego democrático, dando prácticamente a entender que si pierde, fue únicamente porque le hicieron trampa, dándole carta blanca a sus seguidores para que incendien el país solo por él”.

Para Trejo, la fórmula de la campaña de Trump es explicar la relevancia de la elección utilizando como disparador a China, uno de sus históricos enemigos externos, “que además no pasa por un buen momento de relaciones públicas como consecuencia del covid-19”.

“Creo que esta es una elección importante, como lo es cualquier proceso electoral en las potencias del mundo (desde la perspectiva externa), pero también creo que la sociedad americana está llegando peligrosamente a un grado de polarización que puede poner en riesgo su integridad y su capacidad de unirse, a pesar de las diferencias, para lograr cosas”, reflexiona Trejo.

“Tendemos a pensar en el impacto de estos procesos en la escala global, pero nos olvidamos de una premisa sencilla: Toda la política es local. Por esto me inclino a pensar que lo primero que está en juego es el camino que van a transitar los americanos para reencontrarse y sanar heridas que se han hecho más visibles en tiempos recientes. Una sociedad dividida no es capaz de avanzar”, culmina.

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