Pienso en cómo facturamos el poema y en cómo la poesía le llega al poeta. Pienso en la escritura; lineal, continua.
Allí quizás el nudo entre la poesía y el poema.
El instante poético, esa suave revelación, ese algo apenas sospechado, lo entiendo como una especie de imagen sonora (para irnos un poco con Saussure), una huella del lenguaje, una frase incompleta unida a una imagen cargada de sensaciones, esto último, sobre todo:
Una chica que flota en el mar mirando en la orilla a un chico que la saluda.
Esta impresión en el espíritu, al escribirla o decirla, se vuelve ya lineal, terrena, y no abarca todo lo que el poeta “vio”. Aquello que le “llegó” está compuesto de simultaneidades, o por lo menos, cuando escribe, alguna parte de él aspira a esa “imagen sonora”, a esa simultaneidad.
Hablo de todo lo que conforma la vivencia, entendiendo vivencia como una necesidad de expresión constituida por un delta de pensamientos, imágenes, ideas, sensaciones, sentimientos, por aquello que fue concebido como posible poema. La simultanead implica la conexión de todo: el pensamiento con la sensación, lo interior con lo exterior, el hombre con el mundo, las cosas con las cosas. Lo simultáneo rompe las líneas divisorias, en lo simultáneo todo está conectado y fluye.
Da Vinci daba prioridad a la imagen, a la pintura; así lo dice en sus libretas. Argumenta que a través de la imagen se transmite con más poder una idea. Sí, pero aun en la imagen mucho falta para lo simultáneo. Y todavía falta también en el cine, que igual contiene una narrativa lineal, una sucesión acumulativa. Una pintura, vale decir, también la vamos viendo por partes, incluso la más abstracta ha de ser recorrida por la mirada, la pintura tiene una “narrativa”.
El poema, claro está, pertenece al lenguaje, y por lo tanto es lineal, cronológico. El poeta trata de romper esa secuencia, y retuerce el poema para que una palabra pueda ser al mismo tiempo otra, para que una frase abarque distintos espacios, imágenes, significados. El poeta busca hacer que las palabras se hagan simbólicas. Mircea Eliade anotaba que el símbolo vuelve transparente y trascendente el mundo porque muestra algo más allá, lo que no es visto cotidianamente.
Así, el poema intenta lo simultáneo.
Lo que lo convierte en la estructura más absurda e imposible jamás creada.
El poema es una derrota por adelantado
y, sin embargo, qué triunfo el del poeta, qué triunfo el del poema.