Las elecciones de este 3 de noviembre están rodeadas por la incertidumbre de millones de ciudadanos estadounidenses y espectadores de otras naciones, quizás como nunca había ocurrido en ningún proceso electoral del pasado. El motivo principal gira en torno a la pregunta de qué ocurrirá una vez que los resultados sean revelados: ¿Donald Trump efectivamente se rehusará a aceptarlos si no le favorecen?
Trump ha manifestado en numerosas ocasiones que no confía en el sistema electoral estadounidense en lo que respecta a los votos vía correo, lo cual da indicios de cuál podría ser su postura en cuanto a los resultados.
Esta desconfianza o su temor a una posible derrota, se pudo observar el 23 de noviembre en una conferencia de prensa: “Bueno, vamos a tener que ver qué pasa. Ya lo sabes. Me he quejado mucho sobre las papeletas. Y las papeletas son un desastre (…) No habrá una transferencia, francamente; habrá una continuación. Las papeletas están fuera de control. Lo sabes”.
En septiembre había hecho otra declaración en esa misma línea, pero señalando directamente a su contrincante: “Los demócratas están tratando de manipular estas elecciones porque esa es la única forma en que van a ganar».
Su hijo, Donald Trump Jr., publicó un video en Facebook donde lanzó un llamado a los seguidores de su padre para que lo ayudaran a vigilar los resultados: “La izquierda radical está sentando las bases para robarle esta elección a mi padre. Su plan es agregar milones de boletas fraudulentas que pueden cancelar su voto y anular la elección”.
Por ello, pidió que “todo hombre y mujer capacitado” se uniera a Army For Trump.
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Las creencias, ideas y valores que representan a los Estados Unidos nunca permitirían que una persona usurpe el cargo de la presidencia, simplemente por el hecho de no aceptar su derrota. Empecemos por allí.
Pero el dilema de quién es el verdadero ganador puede ser dirimido ante la Corte Suprema de Justicia, como ocurrió con George Bus y Al Gore en el 2000, cuando el resultado fue muy ajustado.
Al final, el escenario más probable es que la denuncia de Trump simplemente no proceda y Joe Biden se convierta en el cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos.
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El verdadero dilema sobre lo que puede ocurrir durante y después de las elecciones de este 3 de noviembre, recae en cómo la sociedad estadounidense reaccionará ante un posible desconocimiento por parte de Donald Trump.
Los seguidores más leales a Trump han desarrollado un enlace inquebrantable con el presidente y todo indica que, como polillas atraídas a un faro de luz, caminarán por donde éste los guie. Por eso su posible desconocimiento podría desencadenar caos y protestas, en un país en el que los ciudadanos son portadores de armas protegidos por la segunda enmienda y cuyo derecho a protestar está tutelado por la primera enmienda.
Esta situación se podría poner más caótica aún cuando la policía local de diferentes estados se involucre y, en el peor de los casos, sea acompañada por la guardia nacional.
Las consecuencias están a la vista: estadounidenses afectados por no poder trabajar debido a las protestas; más heridas a una economía que ya está en una recesión; y, quizás lo más lamentable, el aumento de la polarización y odio dentro del país.
Los discursos incendiarios y la fake news seguro estarán a la orden del día, como ha venido ocurriendo incluso durante la campaña electoral. El daño que el primer mandatario podría causar en las mentes y corazones de cada ciudadano y residente americano, sería drástico y duradero.
El gobierno estadounidense fue creado para instaurar orden y proteger a quienes estén en el país de la usurpación de sus derechos y libertades. Al crearse la República Democrática, la relación entre el ciudadano y gobierno fue clara: el ciudadano confía en la capacidad del Gobierno de proteger sus derechos y el Gobierno cumple.
Trump, entonces, está despedazando esta relación al reclamar que uno de los miembros del Estado está fallando, sin tener aún pruebas contundentes sobre ello.
¿Será Trump el hombre que destruya la percepción de democracia de los americanos?