febrero 1, 2025

Mi papel en este camino

Soy hablante de la lengua indígena Miskitu de la Yapti Tasba Masraka y soy creyente religioso de la Iglesia Morava Unithas Fratrum, nacido y criado bajo las leyes de los blancos/mestizos, en un país donde hasta en la misma educación y la forma de alimentar impera la centralización para beneficio de solo un sector.

Nací en una comunidad muy humilde de nombre Wis Wis en el municipio de Waspam Rio Coco en el norte de Nicaragua. Soy defensor de los derechos colectivos e individuales y activista indígena en la promoción y la defensa de los Pueblos Indígenas de la Muskitia nicaragüense. Y debo decir que yo no pedí nacer en una comunidad donde la mayoría del tiempo tengo que escuchar muertes, secuestros o cualquier tipo de atropello contra las vidas de indígenas inocentes.

Y no soy nadie para quejarme, pues nuestra llegada como seres humanos en este mundo es algo que no se puede planear. Y sé que, al igual que yo, piensan mis hermanos que hoy en día viven el infierno mismo en sus vidas, la represión dentro de su entorno, en sus comunidades, en sus parcelas, en sus ríos, en el camino por el que vamos o cuando simplemente estamos descansando.

Aparte de la etnia Miskitu, en Nicaragua existen otras nueve etnias: los sumos o Mayangna, ramas, garífunas, creoles y mestizos, que están ubicados en regiones como la Costa Atlántica; también en las regiones del Pacifico y Centro Norte se encuentran los Nahualt, Chorotegas, Sutiabas u Hokan Sui y Matagalpa.

En su mayoría, los pueblos indígenas teníamos posesión total sobre nuestras tierras y territorios. Pero, hoy en día, después de más de 40 años de lucha por la reivindicación de los derechos indígenas, la guerra del gobierno hacia nuestros derechos humanos ha incrementado. Además, los invasores –personas no indígenas/colonos– en tierras indígenas también han aumentado.

Esto último ha provocado inestabilidad en familias que dependen de estas tierras para vivir. Un informe de Oakland Institute, publicado en octubre de 2020, reflejaba que los grupos indígenas de Nicaragua se han enfrentado por años al acaparamiento de tierras promovido por empresas mineras, la industria ganadera y los migrantes de otras partes del país, mientras Daniel Ortega era incapaz de aplicar las leyes que protegieran a estas minorías.

¿Es esto necesario o la hacen para aniquilarnos y extinguirnos de la faz de la tierra?

Debido a esta dinámica, muchas familias se han visto obligadas a desplazarse para buscar otros medios de existencia, mientras temen ser cazados y asesinados como venados en su misma tierra.

Nacer en Nicaragua siendo indígena es muy difícil: es una montaña casi imposible de escalar para la búsqueda de oportunidades como la que gozan las personas no indígenas, pues siempre nos han visto inferiores.

El no respeto a nuestra existencia como ciudadanos nicaragüenses ha provocado que no haya políticas públicas para nuestra sociedad o buenas universidades, todo para poder tener control sobre nosotros y aprovechar la riqueza que hay en nuestras tierras.  

Nuestro progreso personal en Nicaragua tiende a ser más complicado debido a que el acceso a oportunidades de desarrollo académico, profesional y económico es muy limitado en relación a otros países del mundo. Y más aún para un joven indígena con las faltas y las violaciones a nuestros derechos humanos que existe.

Nuestra población de habitantes en un censo de 2018-2021 quedó registrada como el 47% de la población que habita en Nicaragua, frente a un 53% de habitantes de personas en otras zonas.

La extensión territorial de Nicaragua es de 130.373 km² con una población de 6.518.478 habitantes; de estos, 2.730.165 son hombres y 2.752.175 son mujeres. La población indígena es de 620,400 habitantes.

En Nicaragua, por derechos constitucionales, los pueblos indígenas gozamos del reconocimiento de nuestra existencia, el derecho al uso, goce y disfrute de nuestros recursos naturales y a mantener nuestras formas ancestrales de organización.

Sin embargo, las políticas económicas y ambientales también han provocado cambios sustanciales en el hábitat de las poblaciones indígenas, con la introducción de ideas transculturales como el cultivo de café, palmas africanas, el cacao y el algodón.

¿Por qué? Pues con estas ideas se da acceso al paso de grandes empresarios y terratenientes dueños de grandes ganados, industrias madereras, territoriales o agrícolas, que pactan con el gobierno de Ortega para explotar y aprovechar las tierras de las comunidades indígenas.

En febrero de 2020 El País reseñaba como la invasión de tierras arrinconaba a los indígenas de Nicaragua. «Muchos colonos son exmilitares que han venido ocupando ilegalmente los territorios indígenas para la explotación de la madera, la minería, el monocultivo de palma africana y la ganadería», dijo Lottie Cunningham, directora del Centro por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua, citada por este medio.

El artículo de El País también reseñaba: “La mayoría de los colonos se apodera por la fuerza de los territorios ante la resistencia de los indígenas. Luego, presentan documentos sin peso legal con los que reclaman las propiedades. El Cejudhcan ha denunciado que muchos de estos colonos tienen cercanía con el Frente Sandinista, el partido político de Daniel Ortega”.

En la Constitución política de Nicaragua hay artículos que el Gobierno de Nicaragua, no respeta.

Allí se habla del respeto a la dignidad de la persona humana, el pluralismo político, social, étnico y el respeto a la libre autodeterminación de los pueblos. También se dice que las comunidades indígenas de la Costa Atlántica tienen el derecho de preservar y desarrollar su identidad cultural en la unidad nacional, además de dotarse de sus propias formas de organización social y administrar sus asuntos locales conforme a sus tradiciones.

También está la Ley de Autonomía cuyo cumplimiento es obligatorio para todas las personas e instituciones y regula en un territorio determinado, la existencia de un régimen político-administrativo bajo formas de gobierno propio.

Las comunidades que habitan ese territorio eligen sus propias autoridades entre los ciudadanos de su jurisdicción, ejercen las competencias legalmente atribuidas por la ley, y tienen facultades establecidas para normar situaciones de la vida interna y la administración de sus intereses regionales.

La ley de autonomía es el instrumento legal que garantiza a los habitantes de las regiones autónomas, el ejercicio de derechos específicos de naturaleza política, económica y cultural.

Pertenezco a un grupo colectivo de jóvenes indígenas llamado Movimiento Juvenil Indígena de la Moskitia (MOJIMM), cuya visión y misión se concentra en la defensa y promoción de los derechos indígenas en la Muskitia nicaragüense.

Soy uno de los co-fundadores y la visión que tengo como joven indígena es la de ver a mi sociedad con alto grado de conciencia crítica, organizativa e innovadora, libre de analfabetismo, sin la manipulación de su voluntad.

Una sociedad que goce de sus derechos humanos equitativos, siendo estos los derechos civiles, políticos, culturales, económicos, vistos por igual ante la ley con igualdad de oportunidades y justicia, en donde las personas o pueblos tengan el pleno acceso, goce y disfrute a sus patrimonios ancestrales, que por derecho les corresponden, y no tengan que derramar su sangre ni luto para que se le reconozca ese derecho.

Sueño por ver a mi pueblo libre de pobreza y con recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas humanas, con acceso a empleos dignos y bien pagados, que las personas no tengan que emigrar por la falta de alimentos o persecución por sus derechos.

Y por supuesto: que el Estado garantice la equidad económica, que los recursos del país sean distribuidos equitativamente, que la sociedad también tenga independencia económica y laboral. Sueño ver a una sociedad organizándose libremente para la defensa y promoción de sus intereses.

Mi papel en este camino es no parar de luchar por la reivindicación a los derechos de los Pueblos Indígena. Estaré haciendo incidencias en procesos de cambios sociales, liderazgos juveniles y gobernanza, promoviendo el empoderamiento local, la autodeterminación y la defensa de los derechos individuales y colectivos, siendo estos sobre la madre tierra y su entorno.

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Presly Coleman Alejandro

Activista y defensor de los derechos individuales y colectivos de los Pueblos Indígenas en la Moskitia nicaragüense

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