Los sefardíes, Sefaradies o sefaradim (manera más correcta) llegaron a la península ibérica aproximadamente en el siglo I de la era común como esclavos de los romanos, aunque existen registros arqueológicos como Magen o estrellas de David que afirman haber llegado con anterioridad junto a marineros fenicios a la península famosa por su altísima población de liebres. Tras la destrucción del segundo templo de Jerusalén se desplazarán a través del Mediterráneo en calidad de éxodo junto a familias que portarán tradiciones culturales y espirituales que encontraron receptividad en una tierra donde conviven bizantinos, celtas y visigodos. De esta manera se constituirá una Hispania crisol de culturas y de distintas entidades religiosas en los albores del siglo V.
Estas comunidades llegaron a la península a desarrollar ocupaciones y profesiones en torno a las principales ciudades: Sevilla, Toledo y Barcelona. Artesanos, escribas y traductores, médicos, músicos, matemáticos, filósofos, poetas, prestamistas, embajadores y muchos más, razón por lo cual, de manera rápida, lograrían ascensos y posiciones estratégicas dentro de la sociedad.
Este importante elemento sería de gran definición para lo que es la España de hoy tanto en lo cultural como en lo filosófico y espiritual. Este pueblo originario del Medio Oriente, principalmente Babilonia (actual Irak ), tendría en esta región europea un hogar durante quince siglos, lo que convirtió a España en el territorio que durante mayor tiempo ha albergado a los judíos en la historia. Tanto fue así, que tras el Edicto de expulsión de la Alhambra de 1492, los sefardíes que se negaron a la conversión forzada al cristianismo y debieron dejar las tierras ibéricas, llevaron consigo las llaves de sus casas con la certeza que regresaría algún día. Este rasgo de arraigo no se ha visto en ningún otro éxodo humano, al punto tal que quinientos años después todavía conservan la lengua de aquellos abuelos que se negaron a perderla y que se conoce como judeo español, jaquetía o variante marroquí y ladino en la variante de Estambul o Los Balcanes.
El aporte sefardí a España
Como hemos mencionado los judíos sefardíes se establecerieron en España asimilando la cultura determinante del momento, principalmente la arabe sin perder su identidad de pueblo y lazo espiritual con la Torah. Debemos recordar que en cuanto los visigodos empezaron a ser hostiles con los judíos, estos colaboraron en favor de la invasion Omeya procedente de Damasco. Al contrario de Europa Central u oriental con el caso Ashkenazi, Sefarad paso a convertirse en el pais del judío asimilado vistiendo a la usanza arabe en tiempos del califato Omeya o Almohade en el Al- Andaluz y hablando la lengua arabe al mismo tiempo que el incipiente castellano que se iría desarrollando. Sin embargo, su identidad se mantuvo preservada dentro de la Comunidad o Judería donde descansaron durante las noches y guardaban las fiestas de la tradición judía. El judío de España aportaba como un español más a la sociedad ya que no transcurría su vida durante el día en un ghetto. Pero no siempre fue así ya que existieron periodos duros e incluso de persecución entre otros de paz y convivencia tanto con musulmanes como cristianos.
Los conceptos de Sefarad y de al- Andalus están íntimamente vinculados en lo geográfico, político y económico ya que pertenecen al territorio de la península ibérica bajo poder musulman entre 711 y 1492. El primer periodo fue el más floreciente tanto en lo cultural como en lo que era el campo de las ciencias para aquel entonces: matemáticas, medicina, traducción de textos tanto del latín, el griego como en el árabe. La filosofía, la teología y el derecho tuvieron en los judíos sefardíes a sus principales representantes. La corte de los califas tendrán a sefardíes como personas de alta confianza en la medicina, la diplomacia y las finanzas. De esta primera etapa podríamos mencionar a personajes tales como: Abu Joseph Ibn Hasday Ibn Shaprut médico, farmacéutico y político interlocutor de embajadores que visitaban Córdoba por dominar a la perfección siete idiomas. Menashem Ibn Saruq, Danash Ibn Labrat y Judah Ibn David, como literatos del hebreo lo que convirtieron a Córdoba y Lucena en focos activos de la cultura hebraica la cual apuntaba como luz el regreso a Jerusalén.
El siglo XI daría inició a continuas invasiones de bereberes del norte de África, Almoravides y Almohades, lo que va rompiendo la unidad y el equilibrio que habían establecidos los Omeyas dando origen a una serie de hostigamientos contra los judios sefaradies, sin embargo es en este momento donde Sefarad irrumpe con mayor esplendor dentro de la oscuridad que acecha a la península. La aparición de las escuelas de Kabbalah se desarrollaron con multitudes de alumnos desde Barcelona hasta la Provenza, mientras el sur se debatía entre ruidos de sables, por otra parte, los cristianos lograron la unidad desde el norte y se emprendió la conquista hacia el sur. En este periodo dorado pero efímero, podemos destacar a Maimónides (Rambam) y Nahmanides (Ramban) quienes nacieron en Córdoba y Gerona pero vivieron el exilio falleciendo en lejanos destinos como Egipto y Jerusalén. Ya el siglo Xl se caracterizaría por las batallas entre los reinos cristianos de Navarra y Castilla contra el Islam reaccionario de los almoravides y los almohades, en tanto que se producirían sangrientas matanzas contra los judíos en los terribles pogroms de 1391 perpetrado por los cristianos contra las distintas juderías de Córdoba, Toledo y Barcelona. De esta manera comenzaba el inicio del fin de una nación idílica como lo sería Sefarad. Los Reyes católicos alcanzarían la conquista de la península hacia finales del siglo XV con la unión de Castilla y Aragón, de esta manera comienza el diseño de un poderoso reino donde deberá prevalecer la unidad cultural y la presencia de un idioma y una sola religión, por lo que el judaísmo está de más e incómoda a los reyes por lo cual se dará firmado un decreto de expulsión a los judíos en un plazo de tres meses a través del Edicto de la Alhambra de 1492.
En este periodo los sefardies deberán escoger entre la conversión forzada o la huida. Muchos de los que disfrutaban buena posición social y económica lo hicieron aunque a regañadientes, otros en cambio, rabinos prominentes quienes pasarían a ser Obispos e incluso perseguidores pero la gran mayoría asumirán ser forzados o “anusim” para salvar sus propiedades y profesiones aunque siguieran practicando su judaísmo a escondidas como criptojudíos o camufladas con otras prácticas cristianas para poder garantizar la continuidad de sus tradiciones, por generaciones. Sin embargo, una gran cantidad buscaría Portugal para el ejercicio libre de su judaísmo e incluso las Islas Canarias libres todavía de la presencia de los tribunales de la Santa Inquisición pero esto sería por un corto tiempo. En 1496 Portugal firmó otro decreto de expulsión y en 1501 se llevaron a cabo sangrientas matanzas en Lisboa. Los próximos destinos serán Holanda, Marruecos, Italia, Estambul y América.
La cultura hispánica de oro y su legado sefardí. El siglo XVI
Los judios constituyeron en la edad media junto a los clérigos y los nobles, el sector letrado o alfabetizado de la población lo que les permitió el ascenso en muchos niveles de la sociedad. Tras las persecuciones gran porción de su población se convirtió con la finalidad de sobrevivir a los ataques y matanzas lo que caracterizaría una prodigiosa obra literaria de carácter crítico e incluso irónico de la sociedad del momento con sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de clérigos y religiosos. Dos obras maestras de la literatura española publicadas entre 1499 y 1554, son preclaras exponentes de esta realidad, La Celestina con la novela picaresca y el Lazarillo de Tormes, las cuales fueron escritas sin duda por autores conversos. El Quijote de Cervantes sería un excelente manual descriptivo de la España de los moros y sefardíes lo que ha incentivado el estudio en torno al posible origen converso de la familia de Miguel de Cervantes Saavedra defendidas por cervantistas tales como Americo Castro y Daniel Eisenberg.
En el campo del pensamiento de la mística cristiana tenemos a autores de la talla de San Juan de la Cruz, hijo de padre judio converso, conocido por grandes obras como la Noche oscura del alma y Subida al Monte Carmelo y quien permaneció varios meses recluso por la Santa Inquisición sufriendo terribles azotes y de donde podemos mencionar su famosa declaración “me siento orgulloso de llevar en mis venas la sangre de un judio como Jesus”. Santa Teresa de Jesus, también hija de judeo converso y quien junto a Juan de la Cruz fundaron la Orden de los Carmelitas Descalzos constituyendo ambos en el siglo XVI la cumbre de la mística experimental cristiana de occidente.