Una muchacha asesinada por llevar el velo mal puesto. Las fuerzas de la moral iraní atacan en las calles. Esas calles iraníes se colman de manifestantes por la vida. Por la vida libre. Por quitar los velos que impiden el desarrollo armónico del ser humano, de sus deseos. Ese Irán que domestica ciudadanos con violencia es el que tenemos ahora aquí adentro, en Venezuela.
Un avión de muy dudosa pertenencia sigue varado en Buenos Aires. También buena parte de su tripulación continúa detenida, debido a las investigaciones. Se habla de terrorismo, de narcotráfico, incluso se plantea la posibilidad de estar vinculado el avión y su tripulación al crimen de un fiscal. El escándalo internacional no cesa. Se han visto envueltos diversos países en el escabroso caso: Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Israel, Estados Unidos; por supuesto: Irán y Venezuela; entre estos últimos está el dudoso dueño del avión. ¿O es de propiedad compartida? ¿Es un avión disfrazado para simular su pertenencia por las limitaciones impuestas para los vuelos a aeronaves venezolanas, especialmente por los EEUU? La juntura Irán-Venezuela prevalece.
Un anuncio surgió al descampado: Venezuela entregaría millones de hectáreas cultivables a Irán. Un alto funcionario iraní, días después del escándalo, desmintió la especie. Ningún funcionario alto, medio o bajo del régimen instalado en Venezuela ha señalado alguna contrariedad a esa entrega. El silencio otorgador se hace evidente. Antes llegaban alimentos y medicinas provenientes de Irán a nuestro país. Bodegones y bolsas de comida vendidas al más bajo costo de los clap se nutrían altamente con la «contribución» fundamental y fundamentalista iraní. También cargueros petroleros, llenos con millones de barriles de petróleo han llegado y continúan llegando a la antigua potencia petrolera mundial. Al punto que algunas refinerías nuestras están tomadas casi completamente por los mandados del ayatolá. ¿Pero todo esto es un gratuito favor iraní? ¿Que hay a cambio? ¿Hectáreas de tierras cultivables?
El islamismo busca su expansión. En irán no se entiende la política separada de la religión. Desde luego que existe una necesidad de intercambio económico-comercial en la que el pariente pobre, en este caso la antigua potencia petrolera mundial, tiene todas las de perder. El torturador por no bajar la cabeza ante sus errores políticos tanto como los económicos, prefiere resultar sometido. Es un intento geopolítico de control de América Latina. Detrás están, por supuesto, Rusia, China, Cuba, con todos sus secuaces. Rusia intentó posicionarse. Recordamos la «contribución» con la edificación de apartamentos en la zona militar de Fuerte Tiuna. Edificios que no pudieron terminar de levantar por la impericia de los rusos. Impactantes por el lugar de Caracas en el que se levantaban. Feos e inútiles, servían, sin embargo, para invadir la visual a todo aquel que entrara a la capital desde el occidente. El efecto se cumplió a medias. Allí están vacíos en buena medida, parada su construcción en otra y habitados algunos. El interés expansionista ruso no se ha detenido. Como tampoco las deudas con ese país. Más discreta e interesada ha sido China, a la que le tenemos, le tienen los déspotas en el poder desde Miraflores, deudas inmensas pagaderas con petróleo, un petróleo prácticamente inexistente en la realidad, casi de por vida. Cuba con el Foro de Sao Paulo buscan también el control político y la vinculación económica con el narcotráfico. De allí la irrefrenable, hasta ahora, entrega de petróleo y recursos a la isla. A ella se le debe la conexión y penetración de los guerrilleros colombianos en Venezuela. Todo forma parte del mismo plan de control de la América Latina.
Estados Unidos y occidente en general han reaccionado tardía y malamente a este expansionismo. Se les ha complicado ponerle freno después de avanzado. Pero lo monitorean permanentemente. La pérdida de Venezuela ha sido fatal en estos últimos años. La cantidad de migrantes provocados desde el principio de Sur América para causar inestabilidad en la región y más allá de ella ha sido un arma más potente que tanques, aviones o metrallas. Causa estragos económicos en todo país donde van los migrantes y obligan a los EEUU tanto como a Europa a prestar atención directa al problema. Especialmente después de los ejercicios de guerra, juegos de guerra, realizados en nuestro país por integrantes militares de esos nuevos «amigos» de Venezuela, liderados por Rusia y China.
La «amistad» del régimen de Nicolás Maduro con sus socios espirituales y comerciales no posee prurito alguno. No es resoluble la problemática con diplomacia tradicional, diálogos y presiones de ligeras sanciones, como hemos visto. Porque el sustrato de sus acciones resulta mucho más profundo que la relación normal entre países que buscan entendimiento. Es un enfrentamiento antioccidental, que busca el predominio económico, el control de la región y del mundo por parte de un bloque más o menos simulado. Se aprecia fácilmente en las votaciones recurrentes en la ONU. Es una confrontación contra Europa, Estados Unidos y Canadá principalmente. Para ello usan narcotráfico, petróleo, éxodos, religión, cultura, armas, y cuanto sea necesario para debilitar a occidente y sus tradiciones. Nociones como libertad, democracia y derechos humanos resultan altamente incompatibles con este plan.
Tendremos Irán en Venezuela por un buen tiempo. El mismo que se le permita a Nicolás Maduro y los suyos permanecer en el poder. La última fórmula ha sido la aplicación de las Zonas Económicas Especiales, esas con las que a China le ha ido tan bien, a su régimen. Por eso Margarita causa asombro hoy por ver a fundamentalistas religiosos iraníes en sus playas, casi dueños de las mismas, bañando completamente vestidos, con velos, tapaditos. El símbolo es claro. La isla está tomada, como otras Zonas Económicas Especiales en nuestro país. Lo que no pudieron con Rusia en su momento lo están intentando con Irán. La venta del cuerpo y del alma al diablo no será de ninguna importancia para un régimen apátrida, completamente inescrupuloso. El problema es ideológico y de necesidad manifiesta de sostenerse en el poder. A esto contribuye ampliamente la espada de Damocles más firme: la acusación y el avance en la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad. Les va la vida y lucharán por ella hasta el final con lo que sea, así sea con los fundamentalistas iraníes, con los que, según se vislumbra, se llevan muy bien por sus semejantes intereses. No deja de ser altamente complicada la situación para Venezuela, Latinoamérica y occidente.