diciembre 22, 2024

El odio contra los judíos: un reflejo español

Hay reflejos que no son fáciles de cambiar. No se pueden borrar siglos de antisemitismo, así como así. Y es verdad que ha existido toda la buena voluntad del mundo y muchas iniciativas positivas de los gobiernos en España (socialistas y del PP), incluyendo la de otorgar la ciudadanía española a los descendientes de los judíos expulsados de Sefarad en 1492, y otras tantas como el rescate y la valoración del patrimonio y de la cultura de los judíos en España. Y tampoco se puede generalizar. En España hay de todo como en la viña del Señor.

A la exjefa del PSOE en Sevilla se le salió en Twitter, haciendo esa junta tan odiosa para cualquier judío cuando lo llaman “judío nazi”, una figura que también se usa mucho contra el sionismo y el Estado de Israel. Es un recurso retórico tanto de la izquierda como de la derecha cuando quieren descalificar a un judío o al país de los judíos, haciendo la equivalencia entre la víctima y el victimario, entre el asesinado y el asesino. Es una forma de justificar o explicar el odio hacia los judíos: “total, si se comportan como los nazis, sus mismos verdugos”. Y, además, les da un cierto “fresquito moral”, pues razonan así: “fíjate que son tan malos como los más malos, así que seamos sinceros y digamos las cosas como son”. El problema, para estos odiadores, es el judío, y más cuando es “judío nazi”. 

Lo que dijo la veterana política socialista es una expresión de ese reflejo antisemita secular que se enquistó en España, a pesar de todo lo bueno que ha traído la democracia. A su manera, el recientemente fallecido escritor Antonio Gala, tan galardonado y admirado por muchos, también fue un síntoma de ese quiste purulento antisemita. En 2014 una columna suya en el diario El Mundo, a propósito del conflicto entre Israel y Hamás en Gaza, puso las cosas en claro. Y lo cito para que no queden dudas: “El pueblo hebreo, de antigüedad probada por tratos íntimos y altibajos con su divinidad, podía haber hecho mucho bien a la humanidad: por su cautela, su prudencia y aguante, su aparente fidelidad religiosa y su ratificada administración de cualquier dinero… Lo que sucede es que, de pronto, harta a la parte de la humanidad con la que vive: fenómeno reiterado de su historia: como si no estuviera hecho para convivir. De pronto o se harta o se parte. Y se forma la marimorena o la marijudía. Esto es lo que hubo, hay y seguirá habiendo, porque siempre lo ha habido…”.

Sin entrar a psicoanalizar a la política andaluza, su calificación de “judío nazi” a un político español del PP comunica en dos palabras todo lo que Gala dijo de forma tan directa. El “judío eterno” de Gala es también el judío que le pasó por la cabeza a la señora exjefa del PSOE. Porque así son los reflejos sinceros. Se le chispotean a algunos, a veces sin querer queriendo, como hubiera dicho el Chavo del Ocho. 

Tengo una experiencia directa al respecto. Una vez, en una circunstancia profesional, un colega le dijo a otro cuando le pedí que me prestara un dinero porque no tenía efectivo en ese momento, que se “cuidara, pues ya sabes como son estos con el dinero, a ver si te lo paga”. “Estos” éramos los judíos, por supuesto. Son siglos de insultos, chistes (algunos buenos y otros malos), persecuciones, miedos, adoctrinamiento religioso y político (la conspiración judeo-masónica del franquismo o la alergia a Israel de la izquierda catalana). Es bueno que de vez en cuando haya una muestra de autenticidad como la que nos dio la política socialista. Nos recuerda que debemos estar alertas ante los prejuicios que han hecho y siguen haciendo mucho daño.    

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Isaac Nahón Serfaty

Doctor en Comunicación. Profesor en la Universidad de Ottawa, Canadá

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