febrero 1, 2025

El cataclismo de la muerte de Ruth Bader Ginsburg

Hace unos 9 meses comenté en un estado de Facebook que Ruth Bader Ginsburg moriría en los próximos 3-4 años. En la publicación también alerté de la importancia de semejante evento, pero mi mensaje no tuvo tanta atención probablemente porque se publicó en medio del proceso de impeachment al presidente Donald Trump.

Aunque no pensé que sería tan pronto, el momento ha llegado: la jueza liberal de la Corte Suprema de los Estados Unidos ya no está con nosotros; eso sí, ha dejado un legado enorme que seguramente será debatido en los siglos por venir y que, por mucho que levantase pasiones aliadas o adversas, nadie con tres dedos de frente podrá negar la seria contribución que hizo al campo de las humanidades.

La inseparable relevancia del personaje y la institución

Ruth Bader Ginsburg es considerada por los expertos en materia política, como una juez de corte liberal. Vale la pena acotar que el liberalismo estadounidense es absolutamente distinto a lo que conocemos por el mismo nombre acá en Latinoamérica. A pesar de que la gran mayoría de estos movimientos sean de izquierda, la gran diferencia está en los fundamentos republicanos de ambas regiones.

Mientras en el sur, la izquierda trata de acercarse a terrenos socialistas con una visión de corte Marxista, en el norte el liberalismo ha buscado una mayor cohesión social entendiendo la importancia de los mercados, la propiedad privada y el individualismo. Todo esto con una fuerte intervención estatal que a veces podría confundirse con socialdemocracia.

Ginsburg durante toda su vida profesional luchó por la emancipación de las diversas minorías en los Estados Unidos, más aún desde la perspectiva de género. Ella planteaba que muchísimas injusticias se basaban en conclusiones completamente irracionales, todo por culpa de un sistema muy rígido, definido por estatutos y leyes que ya no tenían cabida en la moderna sociedad americana.

El caso más particular en su historia como mujer de leyes fue el famoso Weinberger v. Wiesenfeld de 1975. En tal ocasión, Ruth Bader Ginsburg se encontraba defendiendo a un padre viudo (Stephen Weisenfeld) que buscaba obtener beneficios especiales del seguro social estadounidense, para así cuidar de Jason, su hijo recién nacido. El problema era que Stephen, al ser hombre, no podía gozar de dichos programas sociales pues estos estaban dedicados solo a mujeres viudas.

Ginsburg llevó el caso hasta la corte suprema y allí argumentó que esta forma de discriminación era inconstitucional y totalmente irracional desde el punto de vista del bebé. El punto fue tan convincente que su defensa ganó la disputa de manera unánime, garantizando el acceso universal a dichos beneficios para todos los habitantes de la nación.

Más de veinte años después, Ruth Bader Ginsburg sería postulada al cargo de magistrada a la Corte Suprema por recomendación del entonces presidente Bill Clinton. Allí logró una gran notoriedad por sus peculiares formas de interpretar la Constitución y también por sus elocuentes contra argumentos.

El dilema pendiente

Hasta hace una semana atrás, la Corte Suprema de los Estados Unidos poseía 5 jueces conservadores y 4 liberales. Con la muerte de la magistrada Ginsburg, el presidente Donald Trump tendrá que nominar a alguien para dicho cargo; luego el Senado tendrá que hacer sus pertinentes debates y aprobar o denegar el ascenso del prospecto nominado.

Lo más probable es que el Jefe de Estado se decante por un juez de corte conservador y si el Senado lo aprueba, la balanza se inclinará a 6 jueces conservadores frente a 3 liberales. Este evento es de gran preocupación para los diversos grupos liberales, minorías y juristas que hacen vida en la sociedad estadounidense, ya que las decisiones que toman los magistrados de la Corte Suprema tienen consecuencias generacionales, más que todo por tres razones:

  1. Los jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos ejercen su cargo de por vida, a menos que se retiren por cuenta propia.
  2. Las decisiones de la corte suprema no se pueden refutar desde los otros poderes públicos (legislativo, ejecutivo).
  3. La corte suprema está aceptando cada vez menos casos.

Hay quienes creen que Donald Trump no contará con el tiempo suficiente como para hacerse con otro magistrado conservador en la corte; otros ven amplias posibilidades de que esto ocurra, debido a que el Senado posee una mayoría Republicana que está dispuesta a ganar este episodio político.

Cualquiera que sea el escenario, las consecuencias serán duraderas y la puja de poderes será avasallante.

La muerte de Ruth Bader Ginsburg llegó en un momento bastante delicado. Tanto así que ella misma dejó una petición personal para la nación: su deseo más ferviente es que se le reemplace en el siguiente mandato presidencial.

Andrés Rodríguez

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