Desde los orígenes de las civilizaciones, el hombre ha necesitado confiar en los individuos que lo rodean para poder organizarse y contribuir al crecimiento y desarrollo de las ciudades, pues la confianza se define como esa certeza que tiene un individuo de que el otro o los otros, actuarán conforme al bien común basando su accionar en valores morales.
Si la cultura política se entiende como el conjunto de valores, hábitos, costumbres y creencias que tienen los habitantes de un Estado, la confianza entonces es la base para que ésta se desarrolle. Pero los seres humanos difícilmente nos exponemos a situaciones que no nos dan seguridad, por lo que surge una pregunta: ¿si no sentimos confianza por aquellas personas que nos rodean, cómo nos asociamos?
Y, por supuesto, sin asociativismo resulta muy difícil que los ciudadanos puedan exigir sus derechos.
Venezuela, sin confianza
En el 2018, en un rango del 1 al 100, se posicionaba en un 8% la confianza interpersonal entre los habitantes de Venezuela, según el Latinobarómetro; con este porcentaje, se ubicaba de segundo entre los más bajos de la región.
Pero, ¿qué es lo que realmente incide para que los individuos decidan confiar o no?
Existen varios elementos. Uno de ellos es el índice de violencia. Los países con alta criminalidad, tienen una confianza muy baja. En 2019, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), se registró un total de 16 mil 506 muertes violentas, con una tasa de 60,3 homicidios por cada 100 mil habitantes. Esto. sin duda, tiene gran repercusión en la desconfianza que tienen los ciudadanos venezolanos.
Otro elemento que determina el grado de confianza es el educativo, pues se tiende a confiar más en los individuos con estudios profesionales, lo cual es importante resaltar en un país como Venezuela, donde existe una gran deserción de estudiantes en todos los niveles educativos.
La responsabilidad ciudadana
Existen dos corrientes de estudios que explican el nacimiento de la confianza institucional. La primera es la corriente culturalista, la cual explica que la confianza hacia las instituciones nace primeramente de la confianza interpersonal, ya que las instituciones del Estado están manejadas por otros ciudadanos.
La segunda es la corriente institucional que plantea que la confianza se basa en el desempeño que tenga esta institución; es decir, a mayor eficiencia en su gestión, mayor confianza y apoyo tendrán por parte de la población.
En Venezuela la confianza hacia las instituciones del Estado es muy baja: ninguna alcanza al menos un 50%. Según el informe del Latinobarómetro, el poder Ejecutivo, Judicial y Legislativo poseen una confianza del 13,18 y 20% en la escala del 1 al 100. Asimismo, los cuerpos de seguridad, como la policía y las Fuerzas Armadas, tienen un estimado de 12-13% de confianza.
Este patrón de poca confianza hacia las instituciones podría tener varias causas, pero quizás la más importantes es que los poderes públicos y cuerpos de seguridad en general están intervenidos por el régimen de Nicolás Maduro.
La única excepción es el Poder Legislativo de mayoría opositora que, no obstante, ha sido atacado y afectado hasta el punto en que no pueden ni siquiera ejercer en su sede, a pesar de haber ganado las elecciones y contar con el reconocimiento internacional.
Sin duda, la confianza institucional se ha visto afectada por la excesiva corrupción, la violación de derechos políticos, las garantías constitucionales y la violación de derechos humanos por parte de los organismos venezolanos que deben de velar por la seguridad de la población.
Según los estudios de la World Values Survey (WVS), se ha demostrado que los países con mayor confianza en las instituciones gozan de una democracia estable y de instituciones transparentes y eficientes.
No es el caso de Venezuela y este tema es más importante de lo que parece, dado a que la legitimidad de cada órgano, institución y ente, depende de cierta forma del reconocimiento que le den los ciudadanos: nadie obedece a ordenanzas, decretos, si no confían en quienes los gobiernan. Esto se traduce en descontento y en última instancia protestas, que a su vez se traduce en represión y persecución por parte del Estado cuando se viven en contextos como el venezolano.
La confianza institucional no es más que la esperanza que tiene la población en que sus instituciones actuarán de manera transparente y eficientemente sin parcializarse con ningún partido o actor político. A pesar de que en Venezuela no existen las condiciones necesarias para ello, es importante reflexionar que los ciudadanos, más allá del contexto, tienen la responsabilidad de construir la confianza en el país empezando por la confianza interpersonal, actuando con profesionalismo, valores y corresponsabilidad.