diciembre 22, 2024

Ciencia ficción, la unión entre el paranoico y el ajedrecista

Soy poeta desde de muy chamo, por mi mamá que me leía poesía estando embarazada; escribí así mis primeros cuentos a los 6 años en su máquina de escribir. Además de la literatura y la poesía me apasiona el ajedrez, el rap, el yoga, el budismo, el senderismo, la entomología y la paternidad. Camino solitario por las calles de mi ciudad por horas repensando en los argumentos de los ensayos, cuentos y poemas. Escribo de madrugada, mientras todos duermen, siento un placer indefinible en que el sol me encuentre trabajando. Siempre imagino el futuro cuando veo el sol nacer, al visitar el río y abrazar las piedras encendidas de musgo.

Daniel Arella.

–¿La ciencia ficción tiene futuro o corre el riesgo de ser fagocitada por este presente donde pareciera que el destino ya nos alcanzó?

Una respuesta bicéfala cabría ante la misma pregunta, ya que el vigor de la CF proviene, a mi parecer, de ese riesgo inminente de que el presente alcance las posibilidades de la imaginación humana en el género literario proyectivo, por eso la exigencia cada vez más suprema de la CF en conseguir posibilidades genuinas y originales de mundos simultáneos, artefactos novedosos e ideas únicas, que dialoguen con los descubrimientos científicos actuales y complejicen o problematicen el caudal futurista de nuestro presente histórico. Ese doble movimiento de riesgo, de que la CF pierda su poder de predicción y crítica, y continúe, a la vez, arrojando posibilidades impactantes, es precisamente la materia de la que se alimentan los escritores más osados; son los cálculos que no solamente están presentes en la dimensión predictiva, sino en su capacidad crítica y arquitectura ficcional, que muchas veces termina por alcanzar, afortunadamente, el hecho estético de la literatura. Allí es cuando surgen las obras maestras. Confieso que la mayoría de la CF me parece no tan atractiva, pero se salvan textos que tocaron las posibilidades del género desde una urgencia filosófica, en cuyo argumento y tratamiento de la trama, el lenguaje, la estructura, la verosimilitud en la extrapolación, la esferidad de los personajes, se nota un trabajo que aumenta tu experiencia con lo que llamo el ejercicio de cálculo de la imaginación proyectiva. Cuando hablo de urgencia filosófica hablo de ese sagrado ritmo intempestivo que observamos, por ejemplo, en la prosa de Nietzsche, o en libros como 1984, o en cuentos como “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius”. La ruptura de la CF con la literatura tradicional está en su inquietud filosófica de cuestionarlo todo, cuya importancia está más allá de los sucesos maravillosos, sobrenaturales y fantásticos que son narrados, sino en la potencia trasgresora de las ideas que propone y concibe. Así, las posibilidades que ofrece la CF para el filósofo que conoce la imposibilidad de filosofar en el mundo actual, emplea la ficción por la razón de que ella adquiere la forma de ciertas propuestas de las ideas que no encuentran lugar en ninguna parte. La zona limítrofe de la CF es traslúcida, proteica, enraiza dimensiones aparentemente disímiles, nutriéndose del arte de su propio cálculo, es decir, del ejercicio de la imaginación crítica-proyectiva –posibilidad de simular un mundo diferente– cuyas leyes intrínsecas y autónomas, al combinarse con la ciencia, la profecía, la distopía, la mitología y la fantasía, organizan constructos sociales ficcionales que contraponen al presente de la historia una simultaneidad reveladora y especulativa que explora, cuestiona y ahonda la nuestra en sus grietas más vulnerables.  

 –¿Qué te gusta encontrar en la buena ciencia ficción? Y también, ¿qué te molesta toparte en eso que consideras mala ciencia ficción?

Busco en la CF una idea completamente nueva que me revele el mundo como si nunca lo hubiese visto antes. Eso busco: Ver con mis propios ojos. Alberto Caeiro decía que “Pensar es estar enfermo de los ojos”, que en realidad nunca vemos, sino a través del pensamiento, que es la misma sociedad usurpando nuestra identidad dividida en los intereses de la globalidad. Como dice Foucoult: Hablas y eres la regla.  La CF es una manera de recuperar la vista alienada por el complot del Poder y sus herramientas cada vez más sutiles de ocultamiento de la realidad. Veo la CF como un laboratorio de exploración de la realidad, como otra forma de hacer filosofía, de pensar esa pregunta punzante en cualquier época: ¿Qué es el hombre y cuál es su propósito en el mundo? La CF tiene la función de los poetas que perdieron su importancia en una vida actual completamente tecnificada.  Y es allí donde está el campo de batalla del individuo en sus anhelos de despertar y habitar con autenticidad la vida, que al ver de Heidegger, es la recuperación del estado poético, en donde estamos disponibles a la escucha del Ser, como al devenir que se despliega en el presente histórico, siempre escurridizo e implacable. Ahora, lo que me molesta encontrar en la CF, es una verosimilitud demasiado elocuente con los temas reciclados del género, en donde el lector debe esforzarse por construir el imaginario, y no brota naturalmente del estilo del autor.

Es por ello, que la potencia especulativa de la CF, su poder de cálculo, el ejercicio riguroso de la imaginación proyectiva, me hace pensar en el ajedrez, esa ciencia geométrica de la paranoia, donde siempre hay que esperar las peores intenciones del contrincante, así como el escritor sabe que el poder siempre encarnará al mal, como bien lo dejó claro Kafka. Les confieso que ese era mi mayor sueño, convertirme en jugador de ajedrez profesional, pero puedo asegurar algo, es 100 más fácil ser escritor, pero también 100 veces más difícil alcanzar la gloria de la especulación con un libro de CF que sea literatura al mismo tiempo, como le ocurrió a Ray Bradbury, Thomas Pynchon, Philip K. Dick, Stalisnaw Lem, por nombrar algunos. Como ajedrecista aficionado deseo hacer una comparación entre el ajedrez y la CF, dos disciplinas donde encuentro muchos paralelismos para explorar las dimensiones de la imaginación, el cálculo y la precisión.  Esa es precisamente la unión entre el paranoico y el ajedrecista, siempre pensar lo peor, las más perversas intenciones de un movimiento y tratar de anticiparse calculando jugadas previas a la resolución de los desenlaces, para evitar la derrota. La imaginación del desastre es el ejercicio de cálculo de todo gran escritor de CF.

En una entrevista que se le realiza a Samantha Schweblin sobre su novela Kentukis (2018)  –que trata sobre un peluche controlado a distancia desde otro país, por otro usuario, con el objetivo de espiar o participar de la vida íntima de una persona– explica que en ningún momento su novela describe tecnologías, ni justificaciones científicas de artefactos, sino las relaciones de los hombres con las tecnologías, la ventana que nos permite acceder a esas realidades extrapoladas de los humanos en situaciones insólitas. Y esto es muy propio de la CF latinoamericana, al no ser nosotros fabricadores de la tecnología, sino sus consumidores, tenemos un ojo privilegiado para encarnar las consecuencias de sus operaciones implícitas. Aquí el poder no sólo funciona y acciona su mecanismo como represión e ideología, sino que son constituyentes de la corporalidad y la sexualidad.  La ley es constituyente del deseo y de la carencia que lo instaura. No basta con decir que el poder reprime y parcela, es preciso aprehender su mecanismo inmanente. Estaríamos hablando entonces de una economía sexual implícita entre el sujeto y el objeto, de unas transacciones heterogéneas y complejas que se establecen como comercio para el cuerpo y desde el cuerpo. Los procedimientos del poder actúan sobre los dominios de la sexualidad, codificándolos y territorializándolos. Su represión implícita conduce a la manifestación de trastornos, como extensión de lo que Deleuze llamó las ‘líneas de fuga’, en donde se sumerge la CF como resistencia a la sintaxis represiva desde la invención de artefactos y mundos simultáneos que se evidencian en relatos impactantes.

–La creación de la ciencia ficción en tiempos de inteligencia artificial. ¿Estamos a las puertas de una distopía? ¿O acaso en el umbral de un futuro mejor? ¿O simplemente ante una nueva herramienta pero en el fondo nada nuevo bajo el sol?

La verdad, creo que se ha exagerado demasiado las posibilidades de la IA en la creatividad literaria del género. Sin duda, es cierto que son herramientas valiosas para la investigación, compilación de datos y búsqueda de materiales inéditos con respecto a un tema. Además, se sabe que los chatsbots han sido diseñados por ingenieros para evitar que se emplee un lenguaje prejuiciado que marque las diferencias entre las personas, en cuanto a raza, elección sexual, religión, condiciones corporales, por lo que no es posible, por los momentos, que la IA construya personajes profundos y argumentos que impacten la imaginación humana. Sabemos que se han hecho investigaciones para que la IA logre generar patrones de conductas creativas como lo haría un escritor, pero no dejan de carecer de la potencia distintiva de una invención literaria, como es la originalidad, la pasión y la urgencia emocional de la expresión. Tal vez en los audiolibros, la IA se haya tomado una ventaja considerable con la adecuación de voces artificiales que han permitido una explosión de este producto. Ahora, en el campo de la ficción, pienso que el diseño de los ChatGPT, no llegará muy lejos para la exigencia de los lectores más atentos. En mi caso particular, me apasiona vivir el proceso de la investigación a mi manera, escarbar en las bibliotecas, hacer preguntas no precisamente a máquinas, y naufragar orgulloso con mis rudimentos humanos para la escritura hasta encontrar la forma definitiva de una obra, por más caótico que pueda llegar a ser.  

–Resulta que sí, existen, y vienen por ti. Una noche te visitan y te hacen entender que has sido elegido. ¿Qué haces? Tu respuesta más honesta.

Recuerdo que en noveno u octavo grado, cuando estudiaba en el José Félix Ribas, en Ejido, un pueblo de Mérida, iba con mi perro Droopy, un collie bien entendido de 10 años, y me quedaba en un lugar misterioso, que era como una especie de barranco, donde esperaba que los OVNIS aparecieran desde hace tiempo, así como otros compañeros, porque según varias declaraciones de vecinos, se habían registrado avistamientos de OVNIS. Creo que mi fe inquebrantable de aquellos momentos gloriosos tenía que ver con mis lecturas asiduas desde la infancia y la adolescencia de unas revistas que mi padre me traía de los aeropuertos al regreso de sus viajes, sobre ufología, parapsicología, acontecimientos paranormales, los celtas, la infancia de Jesús, las sacerdotisas, el chupacabras, el triángulo de las Bermudas y las tecnologías chamánicas de pueblos que recién había escuchado en mi vida.  Luego dejé de ir al lugar del barranco con mi perro, decepcionado de que nunca pasara realmente una visita genuina de un extraterrestre. Pero lo que me impresiona de esa época era mi convicción irresoluta de que iba a suceder el añorado encuentro. Ahora, si en este momento, después de mucho tiempo, realmente me visitaran los de arriba, creo que primero relacionaría mi oficio de crítico de la CF con el acontecimiento de la visita. Como buen venezolano, trataría de ver donde está la broma en todo esto, pero si de verdad, compruebo, que se trata de una visita genuina, diría que siempre los había esperado y les preguntaría que porqué habían tardado tanto tiempo en buscarme.

–La ciencia ficción latinoamericana, ¿goza de buena salud? ¿Hay algo en ella que te llame la atención y que te haga pensar que tiene características particulares que la definen?

Los dos tomos dirigidos por Teresa López Pellisa y Silvia Kurlat, Historia de la ciencia ficción latinoamericana, editado por Iberoamérica Vervuert (2021),donde tuve la fortuna de participar y escribir la historia de nuestra CF moderna, demuestran con creces el interés de los extranjeros por cristalizar el panorama del género en nuestro continente, debido a su calidad literaria e impactantes argumentos concebidos con acucioso arte. Autores como Fernanda Trías, Michel Leiva, Luis Barragán, Samantha Schweblin, Ramiro Sanchiz, Ronald Delgado, por nombrar sólo algunos, muestran la creciente pasión por la exploración de las posibilidades del género, como una manera de descolonizar la historia oficial de los imperios tecnocráticos con las naciones latinoamericanas y los estados gubernamentales represivos de las democracias representativas, en unas de sus vertientes. Ahora, en el caso que más conozco, que es la CF venezolana, de reciente aparición en el campo de la crítica, pero que siempre ha tenido sus profetas y libros representativos, me he encargado de estudiar lo que llamo la CF inaugural, aparecida entre la década del 70-80, donde tenemos libros paradigmáticos como Rajatabla  y Abrapalabra de Luis Britto García, Quorum de David Alizo y Regreso a Ítaca de Pascual Estrada Aznar, que avizorarían el panorama posterior del Fandom del Grupo UBIK en los 80, 90 e inicios del milenio, con las incursiones de Juan De Abreu, Susana Sussman, José Urriola, y al que considero la voz más sólida de nuestra CF, Ronald Delgado, a quien no se le ha estudiado como debería ser, con sus varios libros, entre ellos, La transfiguración de Valkiria Durand, Réplica, y un conjunto de cuentos que considero capital en la dimensión que cultivo, el porno distópico, me refiero al libro de relatos Anómala (2011), cuya lectura no tiene pérdida. La elección del fantástico distópico, a diferencia de la novela realista y comprometida,  en el caso de Venezuela, en los últimos tiempos, tiene que ver, a mi parecer, con un carácter de resignación de la violencia, la impunidad y la injustica, pero a la vez, con una contención de la potencia vengativa en la imposibilidad de hacer justicia, que de otro modo, elegiría el grito, la poesía, la música de protesta como el rap, o en últimas circunstancias, el crimen, la insurrección, o el suicidio, otras formas más fisiológicas de la resignación. 

–Tienes la oportunidad de enviar al espacio una cápsula con tres recomendaciones

personales. Auténticas gemas de tu canon personal en cuanto a ciencia ficción se refiere. Se valen películas, literatura, cómics, música. ¿Cuáles y por qué?

Enviaría VALIS de Phillip K. Dick, Vacío perfecto de Stalisnaw Lem y Anómala de Ronald Delgado. La razón es una mezcla de amor, admiración y agradecimiento por estas obras, ya que son los libros que más han influenciado secretamente mi propia narrativa, que apenas ahora me propuse ordenar y publicar, por fin, después de una espera prudente que me impuse.                    

–En tu aporte personal a la ciencia ficción latinoamericana actual qué estás haciendo o  planeas hacer.

En el aspecto crítico, publiqué la antología conocida, Relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana, cuyo prólogo, así como la organización del índice, es el primer aporte que hago al panorama del género. Como lo mencioné, escribí un artículo que fue publicado en la Historia de la ciencia ficción latinoamericana (II) (Editorial Iberoamérica Vervuert, 2021), titulado “La ciencia ficción venezolana (1960-2019): Etapas y características”, que es la primera vez en la historia que se publica la tradición oculta de nuestra CF en un contexto crítico académico.

En mi rol de escritor y editor, en la Revista semestral Ío de Géneros Fantásticos, proveniente de Cali, Colombia, que ya lleva seis números, me he dedicado a escribir y publicar poemas, ensayos y microcuentos del nuevo fantástico latinoamericano actual, incluyendo al nacional, entre ellos nombres como  Ramiro Sanchiz, Nuni Sarmiento, Luis Carlos Barragán, Maikel Ramírez, José Urriola, Ronald Delgado, Wilfredo Machado, entre otros, así como ensayos de mi parte sobre Eduardo Ladislao Holmberg, Alice Sheldon conocida como James Tiptree  Jr, Neal Stephenson, Carmen Leñero y Ana María Shua. En estos momentos, tengo casi lista una Antología de ciencia ficción venezolana, con prólogo incluido, a la que le estoy buscando editor. 

Ahora, como narrador, he terminado hace poco mi primera novela breve de porno erotismo distópico, que he estado enviando a algunos concursos y editoriales, así como a  amigos para que la lean. Igualmente, estoy preparando un libro de cuentos de CF. Me he propuesto escribir también un libro teórico-crítico-historiográfico para configurar el panorama de la CF venezolana y dejar sentadas algunas bases para su abordaje y futuros análisis.

DANIEL ARELLA (Caracas, 1988). Ha publicado cinco libros de poesía, entre ellos Anatomía del grito (Estados Unidos, 2020); El Arcángel (Colombia, 2022). Compiló  Relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana (El perro y la rana, 2015, 2019).Recibió los Premios DAES en Narrativa de la ULA, 2009, 2010, 2016.  Mención en el Premio de Literatura Solsticios, Venezuela, 2017. Premio de Ensayo Goethe Institut, 2020. XIX Premio Latinoamericano de Poesía por Concurso Ciro Mendía (Colombia, 2015). Editor de la revista semestral de géneros fantásticos ÍO, de Cali que cultiva los géneros ciencia ficción, fantasía y terror.