El 2019 nos sorprendió como se sorprenden un padre y una madre cuando su niño aprende a hablar; pero también con la irreverencia de cuando el niño se vuelve joven en la adolescencia; y finalmente con la visión y sensatez del joven cuando se hace adulto.
Ese año fijó el inicio del movimiento social por el medio ambiente y el clima más grande nuestros tiempos. Un movimiento que fue y es liderado por jóvenes, quienes están al frente de la reivindicación global más grande de los últimos 30 años. La reivindicación global más grande desde el nacimiento de organizaciones como Greenpeace y el accidente del buque EXXON Valdez en el estrecho de Bering en Alaska en 1989.
El movimiento por el cambio climático se desenvuelve esta vez de forma distinta, tan rápida y tan veloz como1000 MG por segundo, y en un mundo cada vez más interconectado y globalizado, donde la generación Z causa impacto y promueve cambios en todo el planeta.
Desde el nacimiento de la primavera árabe en Argelia y Egipto durante las protestas de 2011, hasta los movimientos de lucha no violenta en Hong Kong y las grandes movilizaciones ocurridas en América y Europa, los jóvenes han estado al frente de los cambios y vaya que el medio ambiente y el cambio climático representan uno de los más drásticos para la humanidad.
En septiembre de 2019, la ya popularmente conocida activista sueca Greta Thundberg se movilizaba de Europa hasta la cumbre del cambio climático celebrada en Nueva York en el marco del periodo 74 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en un velero como protesta ante las emisiones de Co2 de la industria del transporte. Una acción que parece bastante radical a simple vista pero que causó impacto en millones de personas alrededor del mundo.
Greta y sus compañeros dieron inicio a uno de los movimientos más grandes del mundo, que recuerda incluso a las acciones del movimiento por la paz en contra de la guerra de Vietnam durante la década de los 70 en Estados Unidos y Europa.
Este movimiento de jóvenes rápidamente se expandió por todo el mundo, acaparando la atención de jóvenes y políticos en América Latina, Estados Unidos, África, Asia, Europa y regiones de Oceanía y la Antártida. Amparado por la Organizaciones de las Naciones Unidas y con todo el apoyo del Secretario General, Antonio Guterres, Fridays For Future se convirtió en el aliado número uno del activismo mundial por el medio ambiente y el cambio climático.
Líderes mundiales como Emmanuel Macron, Angela Merkel, Vladimir Putin, Donald Trump, Justin Truedau y Boris Johnson han sido obligados a posicionarse como respuesta al cambio climático. Algunas posiciones de estos líderes, que han sido tanto positivas como negativas, han sido titulares de medios como CNN, The New York Times, la agencia EFE, BBC de Londres y El País de España.
¿Qué hay detrás de estos jóvenes y sus grandes movilizaciones por el cambio climático?
Pues es obvio que toda la intención de instituciones, empresarios innovadores, financistas, organizaciones no gubernamentales, líderes y finalmente jóvenes que forman parte de una nueva élite global, y que han decidido emprender con miras a provocar esas reformas y cambios políticos necesarios para dar vuelta a la destrucción del planeta.
Esta lucha global, que algunos considerarían “primer mundista” y vanguardia, no solo se limita a Europa o eventos particulares como las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Su trascendencia es literalmente mundial y esto nos lleva al trópico caribeño, con casos como Venezuela, donde la lucha para recuperar la democracia parece sorprender cada día más.
Venezuela y la fiebre del oro
En noviembre de 2016 el régimen de Nicolás Maduro declaró el 12% del territorio nacional como la nueva zona especial del Arco Minero del Orinoco, lo que representaba 111 84, 70 KM2 de la región de Guayana; 1 082 000 hectáreas de áreas protegidas por la humanidad solo en el Estado Bolívar; y 40% de las especies animales de Venezuela que representan 300 de ellas aproximadamente.
Una vasta extensión de terreno ubicada entre los estados Bolívar y Amazonas cuya extensión, además de lo ya mencionado, resguarda tres de los parques nacionales más importantes del país y por supuesto las reservas de oro y coltán más grande de la región.
A partir de ahí, comenzó una lucha que ha sido incentivada debido a las graves consecuencias que ha traído para el desarrollo económico, social, cultural y ambiental en la zona, lo cual incluye crímenes de lesa humanidad cometidos en la selva venezolana dentro de la llamada zona especial del Arco Minero del Orinoco.
En 4 años han sido entregadas de forma ilegal más de 150 concesiones a empresas de 35 países, donde resaltan Rusia, Canadá, China, Irán y Turquía. Así se han devastado poblaciones indígenas como Kumarakapay e Ikabaru al sur de Venezuela.
También ha incrementado la presencia de grupos armados irregulares conocidos como paramilitares y guerrilla, los cuales han desplazado a poblaciones indígenas y comunidades rurales hasta el norte de Brasil para apropiarse de los recursos y minas ilegales que han sido escavadas alrededor de toda la zona.
Actualmente poblaciones como El Callao, las Clavellinas, Km 88, Santa Elena de Uairén y San francisco de Yuruani (Kumarakapay), son comunidades prácticamente ocupadas por un Para-Estado dirigido por las mafias del oro y grupos armados, con similitudes a los grupos de los llamados diamantes de sangre del áfrica subsahariana de la película protagonizada por Leonardo Di Caprio.
Hoy en día el paraíso terrenal donde fue inspirada “El mundo perdido” de Michael Crichton, que a su vez fue basado en la obra de Arthur Conan Doyle, se encuentra en peligro, colmado de violencia y persecución debido a la fiebre del oro y coltán del régimen en Venezuela.
Los jóvenes al frente
Los últimos 4 años, para los jóvenes, estudiantes universitarios y organizaciones no gubernamentales defensoras de la lucha ambiental, han sido de gran actividad.
Jóvenes de ciudades como Maracaibo, Valencia y Caracas, se han volcado a las calles en protesta por la grave emergencia ambiental sobre el Arco Minero y los constantes derrames petroleros ocurridos en las principales refinerías y pozos de petróleo del país que han captado la atención del público en los últimos 2 años.
2019 y 2020 han sido años muy importantes para la lucha climática en Venezuela, con acciones contundentes que van desde protestas en sedes diplomáticas, hasta huelgas nacionales y acciones de lucha no violenta universitaria.
De esta manera los jóvenes se enfrentan a la vulneración de los derechos económicos, sociales y ambientales propiciada por el régimen autoritario que impera en el país.
Derrames petroleros
Entre junio de 2019 y agosto de 2020 han sido contabilizados once derrames petroleros en las costas de los estados Carabobo y Falcón, provenientes de la refinería El Palito ubicada a 35 minutos de Valencia, emporio industrial de Venezuela durante la era democrática hace décadas.
La contabilización ha sido realizada por investigación propia al frente de la Federación Nacional de Estudiantes de Derecho de Venezuela (FENEDE) y el Centro de Activismo y Desarrollo Democrático para la Región de América Latina (CDDLatam), junto a otros organismos e instituciones nacionales e internacionales que han llegado a denunciar lo que reconocemos como crímenes ambientales ante la comunidad internacional.
Entre agosto y octubre de 2020, fueron introducidos documentos e informes descriptivos con cifras acerca de los derrames petroleros en más de 10 organismos internacionales y sistemas de protección. La Unión Europea, Naciones Unidas, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, OEA, CEPAL, MERCOSUR, además de gobiernos como Reino Unido, recibieron nuestras denuncias ante la grave crisis ambiental.
De manera que los jóvenes en Venezuela decidieron auspiciar un nuevo movimiento de resistencia civil para enfrentar al régimen y los crímenes de lesa humanidad que representan un ecocidio para el país.
Cambio climático y la gobernanza mundial
Actualmente, tanto en Venezuela como en el resto del mundo, el cambio climático está en la palestra pública. La gobernabilidad y gobernanza de los recursos representan el nuevo desafío de las democracias liberales de América y Europa, donde los jóvenes comprendieron que una democracia verdadera tiene plena conciencia de sus políticas públicas en relación al impacto ambiental. Así lo mencioné durante una entrevista que me hicieron los activistas del movimiento Fridays For Future en Alemania, durante el mes de septiembre de este año (2020).
De manera que los jóvenes venezolanos tenemos un gran desafío para el futuro de la democracia y el desarrollo del país mismo. Ese reto lo representa una industria minera desorganizada, sin regulación, sin protocolos ni medidas de impacto ambiental, al igual que una industria petrolera destruida por la negligencia, desprofesionalización y corrupción con una total indolencia hacia el impacto ambiental y desarrollo social.