octubre 1, 2024

Cuando el crédito se agota: Carta abierta a los presidentes Lula, Petro y López Obrador

Ciudadano Luiz Inácio Lula da Silva
Presidente de la República Federativa del Brasil

Ciudadano Gustavo Petro
Presidente de la República de Colombia

Ciudadano Andrés Manuel López Obrador
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos

Presente.-

Les saluda respetuosamente un venezolano común e informado, que a título personal, pero con la certeza de externar la preocupación de millones de compatriotas cuya mayoría calificada (dos tercios de los votantes), expresada en las elecciones presidenciales del 28 de julio, está siendo desconocida y burlada por el gobierno de Nicolás Maduro, se dirige a ustedes para:

1) agradecerles su “llamado a las autoridades electorales de Venezuela para que avancen de forma expedita y den a conocer públicamente los datos desglosados por mesa de votación” (Comunicado conjunto del 1 de agosto).

2) solicitarles disipen las dudas sobre su falta de apoyo a la Resolución del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA). En la sesión correspondiente del 31 de julio, apenas faltó un voto para aprobar el documento, por lo cual luce alarmante y hasta irresponsable su deslinde por vía de la abstención (Brasil y Colombia) o la inasistencia (México).

Según se desprende de las declaraciones de representantes de otros países miembros, la Resolución no fue aprobada por exigir “una verificación integral de los resultados en presencia de organizaciones de observación independientes para garantizar la transparencia, la credibilidad y la legitimidad de los resultados electorales”.

Precisamente la duda surge porque, en su Comunicado conjunto, ustedes afirman que: “El principio fundamental de la soberanía popular debe ser respetado mediante la verificación imparcial de los resultados”.

Me explico: el problema no es lo que dice su Comunicado conjunto, sino lo que lo diferencia -y mucho- de la frustrada

Resolución. Una cosa es “verificación imparcial” y otra, “una verificación integral” con observadores electorales independientes. Mientras que la primera admite una revisión general por parte de actores distintos a los candidatos, la segunda implica una auditoría especializada por organizaciones reconocidas, excluyendo a posibles aliados ideológicos.

Nadie desconoce la trayectoria política de ustedes tres. Por tanto, difícilmente se les podría considerar como actores neutrales en este proceso. No es ocioso advertir que una Resolución colectiva, con tirios y troyanos, es mucho más útil que un comunicado de socios de un mismo club.

Ya se tiene el lamentable precedente del régimen autócratico de Daniel Ortega y ustedes, con su ambigüedad más oportunista y dilatoria que diplomática, le estarían dando alas a Maduro para que termine de quebrar lo que queda de institucionalidad democrática.

I.- El proceso bajo sospecha

“Las repetidas (periódicas) elecciones son esenciales en los sistemas populares (democracias), porque nada es tan peligroso como dejar permanecer un largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
Simón Bolívar.

Ya en 1819 el Libertador advertía los riesgos de un mandato muy prolongado (aunque años después se equivocara introduciendo la presidencia vitalicia en la Constitución de Bolivia).

De cualquier manera, este fragmento del Discurso de Angostura lleva implícito un valor intrínseco del sistema democrático: la alternancia, es decir, la posibilidad de cambiar por el voto de la mayoría a un gobernante o un partido que ya no goza de la confianza del electorado.

Pero para que la alternancia sea posible, la Carta Democrática Interamericana (artículo 3) destaca, entre otros elementos esenciales de la democracia representativa, “la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

Un testigo de excepción y altamente calificado es el excanciller Celso Amorim. Tanto él como el Centro Carter habrán advertido que los comicios del 28 de julio no fueron libres ni justos y pese a ello sí tuvieron alta participación y la suficiente competitividad para derrotar a un régimen que compitió contra los candidatos que quiso, y con partidos intervenidos o muy debilitados, y llevó a cabo la campaña más ventajista y desigual que se conozca en Venezuela.

Especialmente, se inhabilitó de modo arbitrario a María Corina Machado, ganadora por amplio margen de las primarias de la Plataforma Unitaria Democrática; se vetó la inscripción de Corina Yoris, su eventual sustituta, y terminó aceptándose la postulación de Edmundo González Urrutia, un exfuncionario diplomático de muy bajo perfil en los medios y desconocido por la mayoría.

No obstante, la firme apuesta de Machado por una solución democrática se tradujo en su respaldo absoluto al único opositor auténtico en carrera. La transferencia efectiva de apoyo electoral de Machado hacia González Urrutia será objeto de estudio para la ciencia política en años venideros.

Sin embargo, la inexistencia de poderes independientes, con el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia como títeres del Ejecutivo, ha dado lugar a dos boletines de resultados inverosímiles, la proclamación de candidato ganador sin evidencia y la solicitud presidencial de un recurso de amparo contra los comicios por un supuesto y más inverosímil “fraude cibernético” que de todas formas le estaría dando su segunda reelección.

II.- El respeto a la voluntad popular

“Ganar o perder pero siempre con democracia”.
Sócrates.

Probablemente Machado ignore qué fue la “Democracia Corinthiana”, pero, al igual que aquellos inolvidables futbolistas, quien fuera la diputada nominal más votada a la Asamblea Nacional en 2010, y desaforada en 2014, nunca ha dejado de buscar rendijas para recuperar nuestras libertades.

Mientras que Sócrates y sus compañeros reclamaban elecciones directas hace 40 años, Machado exige elecciones competitivas, libres, transparentes y auditables. Porque sólo cuando hay resultados confiables, el reconocimiento del triunfo rival y la aceptación de la derrota son automáticos.

Machado no denunció fraude por “llorona”, Presidente Lula; lo hizo tras organizar una maquinaria silenciosa para transparentar los resultados, digitalizando copia de las actas que tienen tanto el partido oficialista como los militares del Plan República, algunos de los cuales permitieron la difusión de videos de las auditorías en caliente de mesas seleccionadas por sorteo.
Lo que es más grave, y que hace mucho más inaceptable una propuesta de repetición de estos comicios, es que incluso habiendo discriminado a la diáspora venezolana, al no actualizar oportunamente el Registro Electoral Permanente (REP) y cerrando muchos consulados en países donde aquella se concentra, el triunfo de González Urrutia fue uniforme e inobjetable: en el Distrito Capital, los 23 estados y, en mayor porcentaje, donde se pudo votar en el extranjero.

La evidencia más grosera de tal discriminación es que se habría excluido al menos a 2,5 millones de electores, porque, de los 8 millones que aproximadamente han emigrado en la década de Maduro, menos de un tercio tendría tanto edad para votar como cédula, pasaporte y visa de residente en el país receptor.

Sí, como lo leen: un venezolano no puede votar en el extranjero ni siquiera cuando se haya inscrito en el REP, si no cuenta con residencia en ese país… A menos que sea funcionario, vocero o imagen de propaganda del régimen: la campeona mundial de salto triple, Yulimar Rojas, quien no pudo defender su título olímpico de Tokio 2020 debido a una lesión y posterior cirugía, fue mostrada por las redes sociales del régimen votando en París… cuando es público y notorio que tiene residencia española. iHay venezolanos de primera, de segunda… y de última clases!..

Presidente Lula, nada es más democrático que la posibilidad de que todos puedan votar por quienes prefieran, sin obstáculos amenazas ni intermediarios; Sócrates, capitán del inolvidable Brasil 1982, se lo habría recordado.

III.- El reconocimiento mutuo como camino a la paz y gobernabilidad

“Me resisto a creer que no podemos construir sobre la diferencia”.
Antonio Navarro Wolff.

La Asamblea Nacional Constituyente de Colombia hace tres décadas sirvió de foro para la inclusión de antagonistas como el Movimiento 19 de Abril (M-19), buscando así una ruta para construir la paz en Colombia; un delicado proceso que tras tres décadas de marchas y contramarchas, Presidente Petro, se haya -secreto a voces- bajo chantaje de Maduro, ya que el territorio venezolano sirve de resguardo para la actividad de las células disidentes de las FARC y del grueso del ELN.

Usted es consciente que Machado no es una terrorista y ni siquiera una delincuente de cuello blanco; pese a ello resulta inaceptable para la cúpula del régimen sentarse con ella en una mesa para negociar una transición pacífica, único asunto que la sociedad venezolana aceptaría se discuta. Lo repito: la voluntad popular fue expresada con claridad y contundencia el 28 de julio; por tanto, no se negocia.

Presidente Petro, si aún no se ha dado cuenta, la paz de Venezuela es la paz de Colombia. Ponga su grano de arena para facilitar la salida de quienes están aterrados por saberse violadores de derechos humanos y estar bajo sospecha por presuntos vínculos con el crimen organizado transnacional.

IV.- El valor de la alternancia y el rescate de la institucionalidad

“Sufragio efectivo, no reelección”.
Francisco Ignacio Madero.

La Constitución de Venezuela (artículo 6) establece que el gobierno de la República, y el de sus entidades políticas, “es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables”.
Pese a derogar el término representativo (del artículo análogo de la Constitución de 1961), la mención expresa del mandato implica representación; eso sí, ningún artículo constitucional fija el carácter “revolucionario” permanente del gobierno nacional o sus contrapartes subnacionales, una condición contradictoria con nuestra tradición republicana.

Presidente López Obrador, ciertamente el lema maderista fue insuficiente para evitar 70 años de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional, pero al menos sí ha servido para impedir que el gobernante de México se convierta en un anciano ciego y decrépito como el tristemente célebre Joaquín Balaguer, heredero civil de la Era Trujillo (1930-1961), quien gobernó República Dominicana en cuatro décadas distintas (1960-1962, 1962-1966, 1966-1978 y 1986-1996). El colmo fue que Balaguer todavía se postuló (novena ocasión) para un octavo mandato en 2000 icon 94 años de edad!…

Nadie es imprescindible ni inmortal aunque logre imponer, a través de órganos constituyentes “originarios” o reformas arbitrarias (con inéditos plebiscitos o referendos), equivalentes a la presidencia vitalicia (y hereditaria), tales como la reelección indefinida (Hugo Chávez en 2009) o parlamentarismo de partido único (Fidel Castro).

Un cuarto de siglo después, los ciudadanos venezolanos queremos un cambio de verdad y optamos por el sufragio como único medio pacífico para lograrlo.

V.- Perspectivas

Una nueva oleada migratoria se avecina, a menos que se concrete una transición pacífica a la democracia representativa en Venezuela.

Los países de América Latina ya no soportan mayor demanda de gasto social ni de infraestructura de vivienda y servicios no planificada.

Presidentes, está en sus manos demostrar a sus electores que no están dispuestos a permitir crisis internas y al mismo tiempo hacer valer su compromiso con la democracia interamericana…

A menos que pretendan regularizar en forma acelerada a ciertos de miles de potenciales electores, quienes podrían asegurarles su reelección, una eventual mayoría en las cámaras o desplazar a posibles rivales de gobiernos subnacionales.

No obstante, les escribo suponiendo que actúan de buena fe y con las mejores intenciones de hacer respetar la voluntad del pueblo venezolano y rescatar nuestra institucionalidad democrática.

Gracias de antemano por su abnegada labor.

Atentamente.

Publio Antonino.