septiembre 20, 2024

La conspiración de las jeringas: vacunas, pestes y control

David Chappelle el comediante norteamericano más mordaz del momento deja al descubierto en varios de sus shows que tener miedo no está mal. Sobre todo cuando tu gente ha sido víctima sistemática de trampas experimentales, basadas en supuestos planes de vacunación. El caso al que se refiere es el del famoso estudio clínico Tuskegee. Allí, en Alabama durante cuarenta años la población masculina (militar y civil) fue inoculada con sífilis sin saberlo. En los años 60 y 70 (en otro plan micro financiado por el gobierno federal y llevado adelante por la CIA) drogas como el LSD y alucinógenos pre sintéticos también fueron dosificados para el consumo en las calles de barrios negros de Nueva York. En fin, si algo se aprende es que ante la duda de lo gratuito… siempre es mejor prever.  

El miedo a las vacunas, planificación política y viejas afecciones

Más allá del miedo real a cualquier vacuna, el éxito o no de una política sanitaria depende en gran medida de su planificación y bases reales; así otro tanto de la campaña que vaya de la mano del programa. Decir, exponer o participar no es lo mismo que comunicar efectivamente. Ser desconfiado no convierte a una persona en un negacionista de la ciencia ni en un rabioso antivacunas; simplemente habla del justo reclamo, del pedido de transparencia en las investigaciones y de la posterior capacidad real de producir soluciones para la salud… con efectos positivos reales y con diseño a gran escala.

El SAARS y el HIV comparten un lugar preeminente en términos de pésimo manejo comunicacional, sobre todo en sus comienzos. En los años 80 el AIDS (o “Sindrome De Inmunodeficiencia Adquirida”, por sus siglas en español) fue circunscrito como un mal transmisible solo en la comunidad gay… luego la culpa y sufrimiento le fue endilgada a los africanos… luego a los que recibían transfusiones. Sus orígenes eran tan fantásticos como cualquier argumento de H.G. Wells. Veamos: si en su novela la Isla del Doctor Moreau se manipulaban las células de animales para generar seres humanos (acelerando su evolución hacia el Homo Sapiens) en el mundo de la divulgación de temas médicos (principios de los años 80) la idea de que la relación sexual entre un hombre y un mono generó un nuevo virus letal para el ser humano, se asumió como punto de partida de la zoonosis. Esa versión se creyó por grandes audiencias sin chistar, al igual que se aceptó de entrada que era un arma bacteriológica, creada a partir de distintas cepas conocidas por el hombre. De allí, al virus Chimera supuesto responsable del COVID-19 pareciera que no hay más que un continuo de reciclaje argumental. En fin, nada nuevo bajo el sol.

Los sospechosos habituales 

Los Nazis asimilados a la CIA y la KGB luego de la operación Paper Clip, La familia Rockefeller y sus planes eugenésicos, la Orden de Malta y sus venganzas templarias, los Think Tanks racistas británico-suizo-germánicos y su esclavismo espiritual… busque usted cualquier agencia real o logia posible (o imposible) y especule sobre una agenda secreta y ya tendrá un material verosímil para muchos: Mientras más fantástico suene, pues mejor para el imaginario del temor y la paranoia.  Bajo estas ópticas se buscará entonces quien sea el brazo armado de los planes de despoblación mundial o de exterminio selectivo para que recaigan en ellos todas las culpas. Y si bien es cierto, que el poder (totalitario o no) abusa de la fantasía, cada vez son más los ciudadanos despiertos, quienes dudan y desconfían (con toda razón) basados en la memoria, la historia y la realidad.

Hollywood y la literatura

El cierre de Apocalypse Now (Coppola, EUA, 1979) le da un giro dramático al recelo unido a la ignorancia. En su monólogo dramático Coronel Kurtz narra cómo fueron mutilados los brazos de cientos de niños de una tribu, luego de que fueran vacunados. La explicación que daban los nativos era más mágica que científica, pero sin duda hace que nos preguntemos qué haríamos por la vida de nuestros propios hijos ante una técnica y unas consecuencias desconocidas en lo inmediato o en el largo plazo.  

La guerra es tan vieja como la vida en la tierra (y antes de descubrir el fuego). Matar a la competencia vital era tan útil como espantarla de nuestro entorno. Envenenar el agua… los alimentos… diezmar al enemigo con pestes, gases y armas bacteriológicas son algunas de las técnicas de pasmosa actualidad que hemos vivido en el siglo XX y que se relacionan indefectiblemente con el fortalecimiento de poderes políticos contemporáneos; todo a costa de la expulsión de sus nacionales por hambre, enfermedad, estrangulamiento económico y privación constante de los mínimos requerimientos para una vida mínimamente humana. En resumen: estar en guardia no es de locos, es de humanos.

 

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Joaquín Ortega

Joaquín Ortega es el Editor en Jefe de Hilos de América.

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