octubre 22, 2024

Entre maleza y serpientes

Es preciso iniciar estas líneas haciendo uso, por al menos unos segundos, de la imaginación.

Es necesario que nuestra mente se ubique en un jardín; en el que sea: puede ser uno que ya se haya conocido o bien uno creado en nuestra fantasía. Seguramente pensaremos en rosas o claveles, en lirios y girasoles, hortensias, sacuanjoches y juanitas. Puede ser cualquiera cosa, pero lo importante es que están ahí.

Teniendo en mente ese jardín imaginario, creado o recordado por nuestra mente –al cual podemos sumarle la visita de colibríes y mariposas–, debemos caer en cuenta que ese agradable espacio es el resultado de una serie de factores importantes para su existencia y desarrollo.

Recursos como el agua, el sol, el abono, la limpieza, el control de plagas y de maleza, son vitales. Todo esto en manos de quien se responsabiliza por este jardín, que tendrá que poner empeño e incluso sentimientos para que las plantas estén sanas, bonitas y ordenadas. Mientras este jardín sea adecuadamente atendido, no tendrá problemas importantes que lo lleven a morir.

Pero se marchita

Imaginemos ahora que el agua se empoza por falta del canal de desagüe; que las flores no reciben sol porque algún arbusto no deseado crece mucho y tapa la luz; que las plagas proliferan y se comen las raíces y las hojas, además de deformar los tallos; que el zacate se extiende tanto que empieza a consumir todos los nutrientes del suelo y que de pronto se deja se proveer de abono al jardín; que quien se encarga de su cuidado lo descuide o lo afecte intencionalmente.

¿Cuál sería el resultado? Estaríamos frente a un jardín agónico, enrumbado a perder su belleza para poblarse de la maleza, que a nadie le gusta tener: zacate, espinas, plantas pica pica o especies venenosas.

En ese jardín dañado, empujado a su agonía y transformación en un cumulo de maleza, ya no habría colibríes y mariposas; en su lugar, se esconderían serpientes y alacranes. Entonces: ¿sería un tipo de jardín en el que gustaría estar? ¿Pagaríamos a alguien por mantener nuestro jardín así?

Ahora bien, pese a que metafóricamente nos hemos sumergido en un jardín, no es de jardinería de lo que quiero hablar, sino de un asunto que marchita diariamente el potencial de nuestra sociedad, afectando y robando todos los nutrientes que requiere ese jardín, permitiendo el desarrollo de las plagas y la maleza.

Me refiero al deterioro de la educación y los valores democráticos a causa de la manipulación político-partidaria, un problema que puede compararse con la peor maleza dentro de un jardín, y que podemos verlo en países como Nicaragua, Cuba o Venezuela.

Las personas somos como plantas en un jardín: dependemos mucho de los elementos que favorezcan nuestro adecuado desarrollo, y uno de esos principales nutrientes es la educación y su relación con la democracia. Se debe cultivar nuestra mente, nuestro pensamiento crítico y esto se logra mediante el aprendizaje, la profundización de temas que no solo sean acorde a lo científico, sino además a lo filosófico, artístico, político y social.

Los ciudadanos libres de aprender, pensar y de expresar, son como plantas que crecen y logran florecer y dar frutos; son productores de nuevas esporas y semillas que darán el relevo en el jardín para que se mantenga vivo.

La educación da al ser humano la capacidad de analizar con bases, hechos y experiencias. Los arrebata de la maleza de la ignorancia y la manipulación. Es por eso que la educación no puede estar en manos de cualquiera, mucho menos en el poder de entidades que pretenden utilizarla como instrumento de adoctrinamiento y no de sabiduría; es aquí que recae la responsabilidad directa sobre los Estados y el velar por la libertad académica, pero es también donde impera la necesidad de convertirla en un compromiso fuerte todos de los ciudadanos.

La educación no debería bajo ningún concepto ser una promesa de campañas políticas, sino más bien una obligación directa tanto de los gobiernos en el poder, como de los aspirantes al mismo.

En forma directamente proporcional, los valores democráticos son el resultado de una conciencia ciudadana adquirida por una adecuada educación integral. Los rayos de luz que alimentan a las plantas, son el equivalente a estas necesidades básicas para la sociedad (el saber y el poder).

Cuando la población se educa en el jardín proliferan las mejores plantas, se alcanza un equilibrio en el que todas las variedades pueden existir e interrelacionarse.

Afectar la educación con el proselitismo y el adoctrinamiento político-partidario, es como la maleza en el jardín: marchita las plantas. Las personas obligadas al desarrollo educativo en un sistema político autoritario, que corrompe la educación, que infunde aprendizaje viciado por intereses de partidos o estructuras, no se desarrolla plenamente en sus potenciales; se ven obligadas directa o indirectamente a creer y responder a las falacias con las que los malos jardineros abonan.

Y a algunos les complace el desastre en el jardín

¿A quien le gustaría un jardín así?

Se asume que a nadie, pero desafortunadamente no es así. Hay a quienes esta clase de desastres de la jardinería social les parecen buenos, se satisfacen de ver flores morir, de rodearse de alacranes y serpientes que los hagan ver temerarios, expulsando a las mariposas y colibríes.

Hay gobiernos así, que atesoran tanto el poder que ejercen desde el Estado, que en su afán de no soltarlo, ahogan a las plantas, desentierran a las semillas para que no eclosionen, cortan las ramas antes de que den frutos y les impiden florecer. Prefieren el zacate, las hirientes espinas y esparcir la pica pica para que cualquier otro jardinero no se acerque al jardín.

Somos los ciudadanos que vivimos en sistemas políticos así quienes asemejamos a esas plantas que se marchitan; algunos siendo esas pocas especies que resisten y se reúsan a desfallecer, floreciendo aun entre las espinas.

Son las nuevas generaciones quienes, mediante la instrumentalización política de la educación, están siendo obligadas a rendirse ante la maleza; o peor aún: a convertirse en ella.

Ser como las plantas que buscan el sol

Pero si aún somos un jardín vivo que entre maleza resiste, debemos seguir el rastro de los rayos de sol hasta alcanzarlos; nutrir nuestras mentes, nuestros valores cívicos y democráticos y que en conjunto produzcamos en el jardín el cambio que hace falta, limpiando la maleza, expulsando a las serpientes.

Seamos las plantas que busquen el sol de la libertad, que se abren paso entre la maleza para dejar florecer la sabiduría; demos frutos y semillas capaces de enriquecer nuestro alrededor.

En la actualidad donde abunda la manipulación, seamos resistencia, resiliencia y acción, y defendamos como cualquier otro recurso, el poder de la educación.

Foto del avatar

Elthon Rivera Cruz

Activista por los Derechos Humanos en materia estudiantil, libertad académica y autonomía universitaria en Nicaragua, estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas. Victima de expulsión universitaria de la carrera de Medicina cuando cursaba el último año, por mecanismo de represalia política ligada su trabajo en defensa de derechos universitarios, actualmente finalizando estudios en dicha carrera. Fungió como presidente del movimiento Acción Universitaria durante el periodo de 2020-2021.

Ver todas las entradas de Elthon Rivera Cruz →

Un comentario en «Entre maleza y serpientes»

Los comentarios están cerrados.